TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
—“Un poquito y ya no me veis; y otro poquito,
y me veréis”.
Dijeron, pues, entre sí algunos de mis
discípulos:
—“¿Qué será eso que nos dice: “Un poquito,
y no me veis; y otro poquito, y me veréis", y “Me voy al Padre”?
No entendemos lo que dice”.
Conocí que tenían ganas de preguntarme y les
dije:
—“Andáis
averiguando unos con otros sobre esto que os dije: “Un poquito, y no me
veis; y otro poquito y me veréis”. En verdad, en verdad os digo que
vosotros lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se regocijará; vosotros os
acongojaréis, pero vuestra congoja se tornará en gozo. La mujer cuando está de
parto, tiene congoja, pues llegó su hora; mas cuando ha dado a luz al niño, ya
no se acuerda del aprieto, por el gozo de que nació un hombre al mundo. Pues
así también vosotros, ahora cierto tenéis congoja; mas otra vez os veré, y se
gozará vuestro corazón, y vuestro gozo nadie os lo quita. Y en aquel día no me
preguntaréis cosa alguna. En verdad en verdad os digo: si alguna cosa pidiereis
al Padre, os lo concederá en Nombre mío. Hasta ahora no habéis pedido cosa
alguna en Nombre mío. Pedid y recibiréis, porque vuestro gozo sea cumplido.
Estas cosas os he hablado
en parábolas; llega la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que
declaradamente os daré nuevas acerca del Padre. En aquel día pediréis en mi
Nombre, y no os digo que Yo rogaré al Padre por vosotros, puesto que el Padre, Él
mismo, os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que Yo de Dios
salí. Salí del Padre y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo y me voy al
Padre”.
Dijéronme mis discípulos:
—“Ahora sí que
hablas abiertamente y no dices ninguna parábola. Ahora conocemos que lo sabes
todo y no tienes necesidad de que nadie te pregunte: en esto creemos que
saliste de Dios”.
Les dije:
—“¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora -y ya ha
llegado- en que os dispersaréis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo.
Mas no estoy solo, pues el Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis Paz. En el mundo tendréis apretura; mas tened buen ánimo, Yo
he vencido al mundo”.
COMENTARIO
Lo que se pidiere en nombre de Jesucristo no
será negado por el Padre. Para pedir en el nombre del Hijo de Dios hay que
disponer el alma y suplicar, precisamente al Espíritu que la vivifica y la
inspira, saber qué pedir, cómo pedirlo y cuando pedirlo, porque de seguro que
siendo así, lo pedido será realidad en la medida de la Fe con que se suplique.
Creamos esta sagrada verdad con la que Cristo nos provoca la Fe porque su
palabra ni se engaña ni nos engaña, es tan verdad como la Verdad que Él mismo
dice ser.
Cristo,
como venimos diciendo, no viene de un lugar, viene del Padre y el Padre es una
Persona. Viene a este mundo y como Hombre le hemos visto, le hemos tocado, le
hemos oído. Dejará el mundo, que sí es un lugar, y volverá a su Padre. En el
Padre estaba como Dios antes de hacerse Hombre y cuando se hizo Hombre no dejó
de ser Dios. Ahora está en el Padre, que no es un lugar, como Dios y como
Hombre. ¿Iremos al Padre como Cristo se ha ido?
Probablemente,
Jesús, a lo lejos, ya divisa Getsemaní. La noche está cerrada y sus discípulos
no apreciarían que su rostro había palidecido. Se cortó el coloquio. Cristo ya
tiene encima su Pasión y percibe que se le anuda el Corazón. Sus Apóstoles
caminan junto a Él en silencio, pero embargados por una tristeza que no esperaban.
El Señor, toma de nuevo la palabra, quizás, con la voz quebrada. No puede
evitar el temblor que le enerva todo su cuerpo, y ahora lo que le preocupa es
la suerte de sus discípulos y la de su Iglesia futura. Invoca a su Padre y reza
su última oración en este mundo, una oración que dice así:
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