SELLO
Nº 1
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”
(Mt. 24,35; Mc. 13,31; Lc. 21,33)
PERIODO INFANCIA| Prólogos de san Lucas (Lc 1,1,4) y de san Juan. (Jn 1,1-18) |
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SOLO TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Puesto que muchos han emprendido el trabajo de coordinar la narración de las cosas verificadas en los tiempos en los que Jesucristo habitó entre los hombres, según que nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos oculares y después ministros de la palabra, he resuelto yo también, después de haberlas concordado, escribírselas por su orden y en estilo autobiográfico, para que reconozca la solidez de las enseñanzas que ha recibido en el seno de la Iglesia Católica.
En el principio Yo ya era, era la Palabra de mi Padre Dios, en Él estaba, en Él era Dios y en Él existía en el principio. Todas las cosas fueron hechas por mí, y sin mí nada se hizo de cuanto ha sido hecho. En mí había vida, y la vida era la luz de los hombres, y la luz, en las tinieblas brilla, y las tinieblas no me acogieron.
Apareció un hombre, enviado de parte de mi Padre: su nombre era Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la Luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la Luz, sino quien había de dar testimonio de mí que soy la Luz.
Existía Yo, Luz verdadera, la que ilumina a todo hombre viniendo a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por mí, y el mundo no me conoció. Vine a lo que era mío y los míos no me recibieron. Mas a cuantos me recibieron, a los que creen en mi nombre, les di potestad de ser hijos de Dios; los cuales no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios nacieron.
Y Yo, Palabra de mi Padre, me hice carne en el seno purísimo de una Virgen, María, la Madre mía, y habité entre los hombres; y éstos contemplaron mi gloria, gloria cual del Unigénito procedente del Padre: lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de mí y clama diciendo: Este era el que dije: “El que viene detrás de mí ha sido puesto delante de mí, porque era primero que yo”.
Pues de mi plenitud vosotros todos recibís gracia sobre gracia. Porque la Ley por mano de Moisés fue transmitida, la gracia y la verdad por mano mía fueron hechas. A Dios nadie le ha visto jamás: Yo, el Unigénito Hijo, el que está en el regazo del Padre mirándole cara a cara, es quien os lo da a conocer.
COMENTARIO DEL INGENIERO
Expongo a la consideración de la lectora o lector una resumida reflexión que hace D. Josemaría Bover SI sobre este Prólogo en su libro: VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, que dice: El Verbo es la Palabra adecuada y subsistente de Dios Padre: es, a nuestro modo de hablar, la expresión o concreción de cuanto Dios sabe, de cuanto Dios piensa, de cuanto Dios es. Esta Palabra es, en orden a la creación, la idea-fuerza de Dios, la causa ejemplar del universo. Y esta Palabra se hizo carne: sin dejar de ser lo que era, sin detrimento o mengua de sus divinos atributos, asumió la humanidad en unidad de persona. Sin Mezcla ni confusión se hallan unidas las dos naturalezas, la divina y la humana, en la única Persona de Jesucristo.

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