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Zozobras en el corazón de mi padre, José.(Mt 1,18-25) |
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[Hemos asegurado anteriormente, que solo por la información de la Virgen María, pudo san Lucas redactar los primeros capítulos de su Evangelio. No es menos cierto, si aseguramos, que también san Mateo tuvo que recabar datos de la Madre de Jesús para redactar hechos tan íntimos de la vida de María y José. Solo María podía ser la fuente de información de lo que ahora contemplamos. San Mateo nos sumerge en este Misterio poniendo a nuestra consideración el siguiente pasaje]:
SOLO TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
En mi Madre, esposa de José, se evidenciaba su embarazo, por obra del Espíritu Santo, y el corazón de mi padre, que siempre permaneció virgen, sufría las zozobras del no saber qué hacer ante este acontecimiento inesperado. En el seno de su bendita mujer el Hijo de Dios tomaba la carne de su Madre para hacerse hombre, un Hijo de su esposa en el que nada tuvo que ver. Mi padre, bien conocía a su María. Mi padre, oyó a Isabel que reconoció a su prima como la Madre de su Señor, ¿qué hacer? Decide iniciar en secreto el acta de repudio y en su caso apartarse de la mujer de la que no se consideraba digno. Estando él con estos pensamientos, un ángel de mi Padre se le apareció en sueños y le dijo:
—“José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, pues lo que se engendró en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un Hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que por boca del profeta dijo mi Padre:
“He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un Hijo y llamarán su nombre Emmanuel, que quiere decir Dios con nosotros”.
Despertado José, mi padre, del sueño, hizo como lo ordenó el ángel y tomó consigo a María, mi Madre, su mujer, la cual sin que él la conociese me dio a luz y púsome por nombre Jesús.
COMENTARIO DEL INGENIERO
La traducción literal del texto original, en arameo o en griego, da lugar al texto en español que tenemos arriba. Aquí se pone en evidencia mis carencias exegéticas. A la tenue luz de mi ignorancia me considero incapaz de leer entre líneas la verdad que oculta este texto de san Mateo. A primera vista, la fiel interpretación de lo que redacta el evangelista me muestra a un hombre recién casado, que no comprende qué ha ocurrido con su mujer, que ha concebido sin que él tenga nada que ver con este embarazo. Un hombre en un mar de dudas, que finalmente toma la decisión de abandonar a su esposa.
Sobre este apartado se han escrito ríos de tinta, poniendo de manifiesto las diferentes versiones que los exégetas tienen sobre este asunto. Este sería un palmario ejemplo de lo que se entiende por “materia de opinión”, en virtud de lo cual las desiguales interpretaciones del texto son posibles, pero no absolutamente ciertas, sin que por ello se deba entender que, al optar por una solución, la contraria caería fuera de lo prescrito por la Iglesia Católica. Los razonamientos se oponen entre sí, pero son probables y ambos, por separado, pueden asumirse como verdaderos si no contradicen la verdad integral que emana del magisterio eclesiástico. De la mano de D. Josemaría Bover SI iremos, de nuevo, a su: VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO (Pg120-135), y complementaré sus sabios argumentos con los míos.
- Desposada. Dos versiones sobre el significado de “desposada” nos ofrecen los entendidos en la materia que nos ocupa. Unos manifiestan que con este concepto se define que la Virgen estaba prometida con san José, pero no casada tal y como lo entendemos ahora. Otros, aseguran que estaba realmente casada.
- Marido. Si María estaba desposada con José, José estaría desposado con María. El texto evangélico asegura que José era marido de María. Al concepto: “marido” le corresponde el de “esposa” en María. Si esto es así, la palabra: “desposada” debe entenderse como “esposa” en su plenitud de significado.
- Trato conyugal. El trato conyugal entre simples desposados era considerado entre los judíos como irregular, indecoroso. En este supuesto ¿cabe pensar que el Padre celestial expusiera la concepción de su Hijo y el honor de su divina Madre a la más ligera sospecha de irregularidad o indecoro? Es sentencia común de los teólogos que el matrimonio de María con José estaba providencialmente ordenado a salvaguardar el honor del Hijo y de la Madre. ¿Por qué, pues, no aguardar a que semejante matrimonio estuviera plenamente constituido, para que pudiese lograr cumplidamente el fin pretendido? Si el Padre ha reservado a su soberana potestad la ordenada disposición de los tiempos y momentos, ¿por qué no había de disponer que a la concepción de su Hijo precediera el virginal matrimonio, que había de cubrir con su sombra el gran misterio?
- José acompañó a María en el viaje a Ain Karin. Si esto fuera cierto ¿cómo se juzgaría que realizaran un viaje de varios días y noches, dos jóvenes, sin compañía, que solo estaban desposados, si debemos entender que desposados no es estar casados?
- Legítimo matrimonio. De todo lo dicho se sigue que, si por una parte el texto evangélico es, por lo menos, oscuro o ambiguo, y por otra el honor de la Virgen exige la celebración de las bodas anteriormente a la concepción virginal, es razonable concluir que al momento de la anunciación María no estaba simplemente desposada con José, sino unida a él en legítimo matrimonio.
- Paternidad matrimonial. Asumiendo las razones anteriores, bajo el concepto de paternidad matrimonial debemos entender que, si José era todo de María, no menos cierto es que María era toda de José. Jesús dice lo siguiente sobre la indisolubilidad matrimonial:
“¿No leísteis tal vez que el que los creó desde el principio los hizo varón y hembra? Y dijo: “Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer, y serán los dos una sola carne”. Así que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios, pues, juntó, el hombre no lo separe”. (Mt 19, 1-12; Mc 10, 1-12)
- “No son dos sino una sola carne”. De manera sobrenatural, Dios toma la carne de María para hacerse hombre, pero el mismo Dios asegura que esta carne de la esposa es una sola carne con el esposo. La esposa y Madre Virgen, con lo que lleva engendrado en su vientre, es del esposo y padre virgen. José, con toda propiedad, pudo afirmar: El Hijo que se ha engendrado en la carne de mi María, sin que yo haya intervenido, por ser mi esposa y por tanto una sola carne con mi carne, es tan Hijo de mi mujer como mío.
- Unión hipostática. La inefable paternidad matrimonial de san José entronca en el orden de la unión hipostática. A este orden supremo pertenecía la gracia del marido de esta joven judía. Una gracia de orden y temple hipostático que le dotaba de una santidad asombrosa, sólo comparable, aunque de lejos, a la santidad casi infinita de la Madre de Dios.
- La tribulación de José. En medio de estos fulgores de gloria, este pasaje muestra la tremenda angustia de José, un hombre bueno y justo que también tuvo su Cruz y su Calvario. No me es posible entender que José dudara de la incontaminada pureza de su María. Hasta que el ángel le dijo: “No temas…”, este joven de Nazaret gustó la amargura de entender que su persona no era digna de tan sublime mujer, ni del divino Niño que había engendrado sin su concurso. Captó la casi infinita gloria que su Mujer había adquirido en un supremo acto de fe con el que aceptó el mensaje de Gabriel. José, se anonadó ante tanta dignidad y temió ser, en definitiva, un obstáculo para la Providencia divina, un estorbo para su Mesías. Finalmente, determina inmolar su más sagrado amor.

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