[Cristo se encamina hacia Jerusalén con
decisión y el pensamiento fijo en el Calvario. Los discípulos están asustados,
temerosos y sin querer meditar mucho en las palabras del Redentor.]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Marchaba Yo delante de mis discípulos
subiendo camino de Jerusalén y me seguían asombrados porque tenían miedo. Tomé conmigo
a los Doce aparte y comencé a decirles lo que me iba a suceder:
—“Mirad, subimos a
Jerusalén, y se cumplirán para el Hijo del hombre todas las cosas escritas por
los profetas; porque será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y
le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles para que se mofen de Él,
y le escarnecerán y le escupirán y le azotarán; y después de azotarle le
matarán; y al tercer día resucitará”.
Pero ellos, nada de esto entendieron, era
este lenguaje encubierto para ellos porque no sabían lo que les decía.
Fue entonces cuando se llegó a mí la madre de
los hijos de Zebedeo junto con sus dos hijos, Santiago y Juan, y postrándose y
en ademán de pedirme algo, hablaron Santiago y Juan, diciendo:
—“Maestro, queremos que hagas con nosotros lo
que te pidiéremos”.
Les dije:
—“¿Qué
queréis que haga Yo con vosotros?”.
Me contestaron:
Lo mismo decía la madre:
—“Di que se sienten
estos dos hijos míos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu Reino”.
Mas Yo les dije:
—“No sabéis que cosa pedís.
¿Podéis beber el cáliz que Yo bebo o ser bautizados con el bautismo que Yo soy
bautizado?”.
Me dijeron:
—“Podemos”.
Les dije:
—“El cáliz que Yo bebo,
beberéis, y con el bautismo que Yo soy bautizado seréis bautizados; mas el sentarse
a mi diestra o a mi izquierda no es incumbencia mía otorgarlo, sino que es para
quienes está reservado por mi Padre”.
Al oír esto los otros Diez, se enojaron con
los dos hermanos, Santiago y Juan. Intervine y llamándolos a mí les dije:
—“Sabéis
que los que figuran como jefes de las naciones las tratan despóticamente y los
grandes abusan con ellas de su autoridad. No ha de ser así entre vosotros;
antes el que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor; y
el que quisiere entre vosotros ser el primero, será esclavo de todos, puesto
que el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida
como rescate por muchos”.
COMENTARIO
Estaba escrito, estaba profetizado por
hombres que más allá de su tiempo contemplaron la Pasión de Cristo, la Pasión
de un Hombre que a su vez era el mismo
Dios que inspiraba a los profetas. Cristo ya ve de cerca la consumación de
su tarea en este mundo, conoce con detalle el padecer que le espera y con esta
preconciencia de su patética muerte pone en conocimiento de sus Doce la velada
amargura que le embarga el alma.
¡Qué misterio! El Hombre a quien reconozco
Dios ya empieza a pedir ayuda y no la encontrará porque no lo entienden. A
tiempo pasado, nosotros, ya lo entendemos y esto nos sobresalta el alma que con
instinto reflejo huye del inmenso dolor que supone acompañar a un Dios
sufriente.
Dios baja del cielo para servir al hombre.
¿Quién da más? Cristo no ha bajado del cielo para servir solo a los hombres de
su tiempo en este mundo, como Hombre que pasó haciendo el bien. Cristo ha de
servir a todo hombre que viene a este mundo y esto es así porque el Dios que se
hace Hombre permanece hasta la consumación de los siglos como el Servidor de
todo ser humano.
Cristo sirve al hombre como Dios, por tanto,
dará como Dios si el hombre como tal le reconoce. ¿Mi Creador a mi servicio?...
Así es, y si tuviera Fe, lo que se me ocurre pedirle a mi Servidor es servirle
yo en supremo abandono de quien soy como soy. Que haga posible amarlo con
infinita pasión. Para esto le demando a mi Servidor su servicio. Que ponga lo
que me falta, quien divinamente sirve, para consumar, por su Misericordia, un
amor de adoración, una adoración en amor a su Persona, una Persona que da su
vida por mí.
Los datos de este apartado son
fundamentalmente de san Mateo y san Marcos, pero la pormenorizada descripción
de los tormentos del Mesías, los tres evangelistas lo han dejado escrito casi con
las mismas palabras.
Quien esté leyendo el
Evangelio por primera vez, se sorprenderá cuando lo haya acabado, por el pleno
conocimiento que Jesucristo tenía de su próxima Pasión. Con qué detalle
percibía su inminente y patética muerte en un palo en forma de Cruz. También
era consciente de su Resurrección a los tres días de estos hechos y con estos
sentimientos encontrados camina el Hijo de Dios hacia el cumplimiento de la
Redención del género humano, porque esta es la Voluntad de su Padre.
San Mateo expone que fue la madre de los
hijos de Zebedeo la que se postró ante Jesús y le pidió que tuviera a bien
sentar a su Juan y Santiago a la izquierda y derecha de su trono. Sin embargo,
san Marcos asegura que fueron los mismos Juan y Santiago, sin la intervención
de su madre, los que le suplicaron por ocupar los puestos preeminentes en su
Reino.
La Concordancia evangélica que acabamos de
leer ha plasmado la intervención de la madre y de los hijos, porque, quizá, así
tuvo que ser. No cabe duda de que leer el Evangelio Concordado, en una sola
lectura, hace posible captar la Verdad de Jesucristo con mayor facilidad y
rigor, con mayor fruto para nuestras almas.
Voy, ahora, a comparar cuatro versículos: dos
de san Mateo y dos de san Marcos, que nos muestran la diferencia, en una misma
materia, que existen entre los dos evangelistas. El que lee que juzgue sobre la
conveniencia de ensamblar los textos, como venimos haciendo.
Mt 20,22-23 Respondiendo Jesús, dijo: No
sabéis qué pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber? Dícenle: Podemos.
Díceles: Mi cáliz ciertamente beberéis; mas el sentarse a mi derecha y a mi
izquierda, no me corresponde a mí otorgarlo; mas es para quienes está reservado
por mi Padre.
Mc 10,38-39 Mas Jesús les dijo: No
sabéis qué cosa pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo bebo o ser bautizados con
el bautismo con que yo voy a ser bautizado? Ellos le dijeron: Podemos.
Mas Jesús les dijo: El cáliz que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que
yo soy bautizado seréis bautizados.
La Autobiografía de Jesucristo, que venimos
leyendo, resuelve el encaje de los versículos anteriores con un solo texto que
dice:
Mas Yo les dije:
“No sabéis que cosa pedís.
¿Podéis beber el cáliz que Yo bebo o ser bautizados con el bautismo que Yo soy
bautizado?”.
Me dijeron:
“Podemos”.
Les dije:
“El cáliz que Yo bebo,
beberéis, y con el bautismo que Yo soy bautizado seréis bautizados; mas el sentarse
a mi diestra o a mi izquierda no es incumbencia mía otorgarlo, sino que es para
quienes está reservado por mi Padre”.
¿Se comprende cuál ha sido la filosofía
concordante con la que he realizado este trabajo?
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