TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Hablando todavía, llegó
Judas y con él la cohorte y gendarmes proporcionados por los sumos sacerdotes y
fariseos, una turba numerosa con linternas, antorchas, espadas y bastones, que
venían enviados por los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos
del pueblo. Judas iba delante de ellos, el cual había dado una contraseña
diciendo:
—“A quien yo besare, Él es:
sujetadle y llevadle bien asegurado”.
Y así que llegó, al punto,
acercándose a mí, dijo:
—“Salud, Maestro”.
Y me dio un fuerte beso. Le
dije:
—“¡Amigo, a lo qué has
venido!… ¡Judas! ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?”
Sabiendo, pues, todo lo que
me iba a sobrevenir, salí a ellos y les dije:
—“¿A quién buscáis?”
Respondieron:
—“A Jesús de Nazaret”.
Les dije:
—“Yo soy”.
Ya Judas estaba con la
turba y al decirles “Yo soy”,
retrocedieron y cayeron a tierra.
De nuevo, pues, les
pregunté:
—“¿A quién buscáis?”
Y ellos respondieron:
—“A Jesús de Nazaret”.
Les dije.
—“Os dije que Yo soy. Si,
pues, me buscáis a mí, dejad marchar a estos”.
Para que se cumpliera la
palabra que dije: “De cuantos me diste no
he perdido a nadie”. Entonces, acercándose, echaron manos sobre mí y me
sujetaron. Mis discípulos viendo lo que iba a pasar, dijeron:
—“Señor, ¿herimos con la
espada?”
Y Simón Pedro, alargando la
mano, desenvainó su espada, e hiriendo al siervo del sumo sacerdote, le cortó
la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco. Intervine y dije:
—“Dejadle, no haya más”.
Y tocando la oreja de Malco
le sané. Y dije a Pedro:
—“Vuelve la espada a su
lugar, porque todos los que empuñan espada, por espada perecerán. ¿O piensas
que no puedo rogar a mi Padre, y pondrá ahora mismo, a mi disposición, más de
doce legiones de ángeles? El cáliz que me ha dado el Padre, ¿no lo he de beber?
¿Cómo pues, se cumplirán las Escrituras, que dicen ha de suceder así?”
Y dirigiéndome entonces a
los que habían venido contra mí, sumos sacerdotes y jefes de la policía del
Templo y ancianos les dije:
—“¡Como contra un salteador
habéis salido con espadas y bastones a prenderme! Cada día estaba y me sentaba
con vosotros en el Templo enseñando, y no extendisteis las manos sobre mí para
prenderme. Mas todo esto ha pasado para que se cumplan las Escrituras de los
Profetas. Pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas”.
La cohorte, pues, el
tribuno y los satélites me prendieron y me ataron. Entonces mis discípulos
todos, abandonándome, huyeron.
Un cierto joven me seguía,
envuelto en una sábana sobre el cuerpo desnudo y le detienen; mas él, soltando
la sábana, desnudo, se escapó.
COMENTARIO
Al terminar su agónica
plegaria, Jesús sale fortalecido, con la suprema determinación de cumplir la
Voluntad de su Padre. Se enfrentará a su ya inminente Pasión con la entereza de
quien ha superado todo abatimiento y depresión. Por fin ha llegado su hora y se
sumerge en ella henchido de amor a su Padre Dios y a todos y cada uno de los
hombres que vengan a ser en este mundo. Sale al encuentro de su destino final,
la Redención de todo el género humano, con una idea fija en su mente: consumar
la tarea, por la cual bajó del cielo, liberar al hombre de la muerte y el pecado,
entregándose Él mismo a la muerte sobrecogedora de Cruz y resucitar a los tres
días.
Serán los Sinópticos los
que aportan mayor información sobre la traición de Judas. San Juan
complementará este relato con diez versículos. En el Jn 18,12, expondrá que
Jesús fue maniatado, cosa que no se dice en los otros tres evangelistas. El
análisis comparativo de los textos nos lleva a las siguientes puntualizaciones:
1. En san Mateo y san Marcos veremos las
palabras de Judas que avisa a la turba de qué manera (¡con un beso!)
identificará a Jesús. En san Mateo vemos a Judas diciendo: “A quien yo besare, Él es: sujetadle”. San Marcos dirá algo más: “A quien yo besare, Él es; sujetadle y
llevadle bien asegurado”.
2. Cuando Jesús sintió los húmedos labios del
traidor sobre su rostro, no pudo evitar un estremecimiento en todo su cuerpo.
No esperaba tanta hipocresía y doblez de este, ya, hijo de Satanás. Solo será
san Lucas quien nos entere de las palabras con las que Cristo contesta a este
endemoniado beso: “¡Judas! ¿Con un beso
entregas al Hijo del hombre?”
3. En san Mateo, las palabras de Cristo al
recibir este tenebroso beso fueron: “Amigo,
¡a lo que has venido!”.
4. Solo por san Juan sabemos que Jesús, sin
miedo, con ejemplar entereza, se enfrenta a la turba, y ésta, al preguntar por
el Nazareno, oye: “Yo soy”, y
súbitamente cayeron todos, sin dejar ni uno, a tierra. ¿Qué pasó? Dejo la
interpretación de este misterioso hecho a la consideración de quien está
leyendo.
5. Permaneciendo en el Evangelio de san Juan,
veremos que Jesús pregunta a la turba por 2ª vez y finalmente, también, veremos que a la respuesta de la turba: “A
Jesús de Nazaret”, el Señor responde: “Os
dije que yo soy. Si, pues, me buscáis a mí, dejad marchar a éstos”. Con
esta respuesta, san Juan hace notar que se cumple la escritura que dice: “De cuantos me diste no he perdido a nadie”.
6. De primeras, los Apóstoles pretenden dar
batalla en defensa de su Maestro. Los Sinópticos manifiestan que uno de los que
estaban con Jesús hirió con la espada al siervo del sumo sacerdote. San Marcos
(San Pedro) dirá: “Un cierto sujeto de
los presentes...”, así se identificó san Pedro a sí mismo. ¿Y por qué hago
referencia de san Pedro?, porque, aunque los Sinópticos no lo reseñaran, si lo
hace san Juan, que además de mencionar al impulsivo Príncipe de los Apóstoles,
mencionará el nombre del herido, Malco.
7. En san Juan, precisamente, veremos escritas
las palabras con las que Jesús pretende convencer a san Pedro para que desista
de su actitud beligerante: “Mete la
espada en la vaina; el cáliz que me ha dado el Padre, ¿no lo he de beber?”.
No cabe duda, Cristo se llega a su Pasión por soberana voluntad suya, pero a la
vista está, palmariamente evidente, que, sobre todo, lo que pretende el Hijo de
Dios es cumplir, colmadamente, la Voluntad de su Padre Dios, y si se me permite
la expresión, yo creo que la quiere con “apasionada”
vehemencia, aunque para que así sea tenga que beber el cáliz de su padecer
hasta la infame muerte de Cruz.
8. San Mateo dará otras razones: “Vuelve la espada a su lugar, porque todos
los que empuñan espada, por espada perecerán. ¿O piensas que no puedo rogar a
mi Padre, y pondrá ahora mismo a mi disposición más de doce legiones de
ángeles? ¿Cómo, pues, se cumplirán las Escrituras, que dicen ha de suceder así?”.
Mt 26,52-54
9. Para finalizar, véase lo que solo san Marcos
nos refiere: que un joven fue testigo de toda esta escena. Este chico, ¿estaba
en Getsemaní desde el mismo instante que llegó Jesús? Iba envuelto en una
sábana porque su cuerpo estaba desnudo. Al ser descubierto, suelta la sábana y
desnudo salió corriendo. ¿Por qué escribió esto san Marcos? ¿Quién es este
joven? Probablemente este joven fuera el mismo san Marcos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario