TEMA 153 SOLO TEXTO

TEMA 153   Se consuma la traición. El prendimiento. (Mt 26,47-56; Mc 14,43-52; Lc 22,47-53; Jn 18,3-12)
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Hablando todavía, llegó Judas y con él la cohorte y gendarmes proporcionados por los sumos sacerdotes y fariseos, una turba numerosa con linternas, antorchas, espadas y bastones, que venían enviados por los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos del pueblo. Judas iba delante de ellos, el cual había dado una contraseña diciendo: 
—“A quien yo besare, Él es: sujetadle y llevadle bien asegurado”. 
Y así que llegó, al punto, acercándose a mí, dijo: 
—“Salud, Maestro”. 
Y me dio un fuerte beso. Le dije: 
—“¡Amigo, a lo qué has venido!… ¡Judas! ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?” 
Sabiendo, pues, todo lo que me iba a sobrevenir, salí a ellos y les dije: 
—“¿A quién buscáis?” 
Respondieron: 
—“A Jesús de Nazaret”. 
Les dije: 
—“Yo soy”. 
Ya Judas estaba con la turba y al decirles “Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. 
De nuevo, pues, les pregunté: 
—“¿A quién buscáis?”
Y ellos respondieron: 
—“A Jesús de Nazaret”. 
Les dije.
—“Os dije que Yo soy. Si, pues, me buscáis a mí, dejad marchar a estos”. 
Para que se cumpliera la palabra que dije: “De cuantos me diste no he perdido a nadie”. Entonces, acercándose, echaron manos sobre mí y me sujetaron. Mis discípulos viendo lo que iba a pasar, dijeron: 
—“Señor, ¿herimos con la espada?” 
Y Simón Pedro, alargando la mano, desenvainó su espada, e hiriendo al siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco. Intervine y dije: 
—“Dejadle, no haya más”.
Y tocando la oreja de Malco le sané. Y dije a Pedro: 
—“Vuelve la espada a su lugar, porque todos los que empuñan espada, por espada perecerán. ¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y pondrá ahora mismo, a mi disposición, más de doce legiones de ángeles? El cáliz que me ha dado el Padre, ¿no lo he de beber? ¿Cómo pues, se cumplirán las Escrituras, que dicen ha de suceder así?” 
Y dirigiéndome entonces a los que habían venido contra mí, sumos sacerdotes y jefes de la policía del Templo y ancianos les dije: 
—“¡Como contra un salteador habéis salido con espadas y bastones a prenderme! Cada día estaba y me sentaba con vosotros en el Templo enseñando, y no extendisteis las manos sobre mí para prenderme. Mas todo esto ha pasado para que se cumplan las Escrituras de los Profetas. Pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas”. 
La cohorte, pues, el tribuno y los satélites me prendieron y me ataron. Entonces mis discípulos todos, abandonándome, huyeron. 
Un cierto joven me seguía, envuelto en una sábana sobre el cuerpo desnudo y le detienen; mas él, soltando la sábana, desnudo, se escapó.  
COMENTARIO
Al terminar su agónica plegaria, Jesús sale fortalecido, con la suprema determinación de cumplir la Voluntad de su Padre. Se enfrentará a su ya inminente Pasión con la entereza de quien ha superado todo abatimiento y depresión. Por fin ha llegado su hora y se sumerge en ella henchido de amor a su Padre Dios y a todos y cada uno de los hombres que vengan a ser en este mundo. Sale al encuentro de su destino final, la Redención de todo el género humano, con una idea fija en su mente: consumar la tarea, por la cual bajó del cielo, liberar al hombre de la muerte y el pecado, entregándose Él mismo a la muerte sobrecogedora de Cruz y resucitar a los tres días. 
Serán los Sinópticos los que aportan mayor información sobre la traición de Judas. San Juan complementará este relato con diez versículos. En el Jn 18,12, expondrá que Jesús fue maniatado, cosa que no se dice en los otros tres evangelistas. El análisis comparativo de los textos nos lleva a las siguientes puntualizaciones:
1.  En san Mateo y san Marcos veremos las palabras de Judas que avisa a la turba de qué manera (¡con un beso!) identificará a Jesús. En san Mateo vemos a Judas diciendo: “A quien yo besare, Él es: sujetadle”. San Marcos dirá algo más: “A quien yo besare, Él es; sujetadle y llevadle bien asegurado”. 
2. Cuando Jesús sintió los húmedos labios del traidor sobre su rostro, no pudo evitar un estremecimiento en todo su cuerpo. No esperaba tanta hipocresía y doblez de este, ya, hijo de Satanás. Solo será san Lucas quien nos entere de las palabras con las que Cristo contesta a este endemoniado beso: “¡Judas! ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre?”
3.   En san Mateo, las palabras de Cristo al recibir este tenebroso beso fueron: “Amigo, ¡a lo que has venido!”.
4.  Solo por san Juan sabemos que Jesús, sin miedo, con ejemplar entereza, se enfrenta a la turba, y ésta, al preguntar por el Nazareno, oye: “Yo soy”, y súbitamente cayeron todos, sin dejar ni uno, a tierra. ¿Qué pasó? Dejo la interpretación de este misterioso hecho a la consideración de quien está leyendo.
5.   Permaneciendo en el Evangelio de san Juan, veremos que Jesús pregunta a la turba por 2ª vez y finalmente, también, veremos que a la respuesta de la turba: “A Jesús de Nazaret”, el Señor responde: “Os dije que yo soy. Si, pues, me buscáis a mí, dejad marchar a éstos”. Con esta respuesta, san Juan hace notar que se cumple la escritura que dice: “De cuantos me diste no he perdido a nadie”.
6. De primeras, los Apóstoles pretenden dar batalla en defensa de su Maestro. Los Sinópticos manifiestan que uno de los que estaban con Jesús hirió con la espada al siervo del sumo sacerdote. San Marcos (San Pedro) dirá: “Un cierto sujeto de los presentes...”, así se identificó san Pedro a sí mismo. ¿Y por qué hago referencia de san Pedro?, porque, aunque los Sinópticos no lo reseñaran, si lo hace san Juan, que además de mencionar al impulsivo Príncipe de los Apóstoles, mencionará el nombre del herido, Malco.
7.  En san Juan, precisamente, veremos escritas las palabras con las que Jesús pretende convencer a san Pedro para que desista de su actitud beligerante: “Mete la espada en la vaina; el cáliz que me ha dado el Padre, ¿no lo he de beber?”. No cabe duda, Cristo se llega a su Pasión por soberana voluntad suya, pero a la vista está, palmariamente evidente, que, sobre todo, lo que pretende el Hijo de Dios es cumplir, colmadamente, la Voluntad de su Padre Dios, y si se me permite la expresión, yo creo que la quiere con “apasionada” vehemencia, aunque para que así sea tenga que beber el cáliz de su padecer hasta la infame muerte de Cruz.
8. San Mateo dará otras razones: “Vuelve la espada a su lugar, porque todos los que empuñan espada, por espada perecerán. ¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y pondrá ahora mismo a mi disposición más de doce legiones de ángeles? ¿Cómo, pues, se cumplirán las Escrituras, que dicen ha de suceder así?”. Mt 26,52-54
9.   Para finalizar, véase lo que solo san Marcos nos refiere: que un joven fue testigo de toda esta escena. Este chico, ¿estaba en Getsemaní desde el mismo instante que llegó Jesús? Iba envuelto en una sábana porque su cuerpo estaba desnudo. Al ser descubierto, suelta la sábana y desnudo salió corriendo. ¿Por qué escribió esto san Marcos? ¿Quién es este joven? Probablemente este joven fuera el mismo san Marcos.

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