TEMA 156 SOLO TEXTO

TEMA 156   La negación de Pedro. (Mt 26,58; Mt 26,69-75; Mc 14,54; Mc 14,66-72; Lc 22,54-62; Jn 18,15-27)
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Pedro desde lejos iba siguiéndome, y con él iba Juan. Juan era conocido del sumo sacerdote y entró junto conmigo en el atrio de Caifás; mas Pedro se quedó fuera a la puerta. Saliendo Juan, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. Y en esto, dijo a Pedro la muchacha portera:
—“¿Por ventura también tú eres de los discípulos de ese hombre?” 
Dijo él: 
—“No lo soy”. 
Estaban allí los siervos y los gendarmes, que habían hecho fuego en medio del atrio, porque hacía frío y juntos alrededor del fuego se calentaban; estábase también Pedro entre ellos calentándose. Habiéndose sentado Pedro, se le acercó una de las muchachas del sumo sacerdote, y como vio a Pedro calentándose, mirándole fijamente, le dice: 
—“También tú andabas con el Nazareno, ese Jesús”. 
Y vuelta a los demás decía: 
—“También este andaba con Él”. 
Pedro lo negó delante de todos, diciendo: 
—“No le conozco, mujer, ni sé ni entiendo qué es lo que tú dices”. 
Salió fuera del vestíbulo, y un gallo cantó. Como hubiere salido al portal, le vio otra muchacha y dijo a los que allí habían: 
—“Este andaba con Jesús el Nazareno”. 
La muchacha portera comenzó de nuevo a decir a los presentes: 
—“Este es de ellos”. 
Pedro otra vez negaba y saliendo al atrio, de pie, de nuevo se calentaba.
Dícenle, pues: 
—“¿Qué? ¿También tú eres de sus discípulos?” 
Y me negó con juramento diciendo: 
—“No lo soy. No conozco tal hombre”.
Otro, viéndole, dijo: 
—“También tú eres de ellos”. 
Mas Pedro dijo: 
—“¡Hombre!, no lo soy”.
Habiendo pasado cosa de una hora se acercaron los presentes a Pedro que le volvieron a decir: 
—“Verdaderamente, también tú eres de ellos. Pues tu modo de hablar te delata, porque eres galileo”. 
Entonces, Pedro, comenzó a proferir imprecaciones y a jurar: 
—“¡No conozco a ese hombre que decís!” 
Por último, uno de los siervos del sumo sacerdote, hermano de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dice: 
—“¿Pues no te vi yo en el huerto con Él?” 
Pedro también lo negó. Al instante, estando él hablando todavía, cantó un gallo por segunda vez, al tiempo que Yo maniatado y escarnecido pasé junto a Pedro fijando mis ojos en los suyos. Recordó Pedro aquellas mis palabras:
“Antes que el gallo cante dos veces, hoy me negarás tres veces”. 
Y rompiendo en llanto no cesaba de llorar, y saliendo afuera, lloró amargamente.  
COMENTARIO
Concordar este pasaje ha costado “Dios y ayuda”, porque los cuatro evangelistas lo han redactado con una gran profusión de datos. Como viene sucediendo en este relato unificado, nos hemos fijado en las peculiaridades que distinguen a cada uno de los autores. San Juan y san Marcos (San Pedro) serán los únicos testigos de semejantes hechos. Los otros dos evangelistas escriben con datos de terceros. Relacionamos algunos puntos que aclaran la redacción concordada que acabamos de leer:
1.  En san Juan, se especifica, que la tercera negación de san Pedro se consuma cuando uno de los siervos del sumo sacerdote le asegura que le ha visto en el huerto. Este siervo era pariente del otro siervo a quien san Pedro cortó la oreja.
2. En san Mateo, veremos que la tercera negación de san Pedro se produce ante la afirmación de alguno que le decía que su modo de hablar le delataba.
3. En san Marcos, la tercera negación se produce ante la deducción que hace otro que le reconoce, por su aspecto, como galileo.
4.  En san Mateo y san Marcos, san Pedro termina su tercera negación con imprecaciones y juramentos.
5.  En san Lucas contemplamos la conmovedora escena que sigue a la tercera negación de san Pedro. Dice: Y volviéndose el Señor, miró a Pedro; y recordó Pedro la palabra del Señor, tal como le había dicho: Antes que el gallo cante, hoy me negarás tres veces. (Lc 22,61). La persona que esté leyendo este comentario, según la disposición de su alma, sabrá interpretar, mejor que yo, el profundo calado de esta enternecedora mirada de Jesús.
6. San Juan no hará referencia del llanto de san Pedro. San Lucas y san Mateo, nos aseguran que lloró amargamente. San Marcos (San Pedro) deja escrito: “Rompiendo en llanto no cesaba de llorar”.

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