TEMA 75 Yo soy la Puerta. Yo soy el Buen Pastor. (Jn 10,1-21)
[Con una alegoría interpela Jesús a sus
oyentes y así lo deja escrito solamente san Juan, para que ahora, también
nosotros, podamos oír, en lo más íntimo de nuestro espíritu, la dulce voz del
Buen Pastor que nos llama por nuestro nombre. Leemos]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Y oyendo estas palabras
algunos fariseos me dijeron:
—“¿Es que también nosotros
estamos ciegos?”
Les dije:
—“Si fuerais ciegos, no tuvierais pecado, mas
ahora decís: “Vemos”: vuestro pecado
subsiste. En verdad, en verdad os digo, el que no entra por la puerta en el
redil de las ovejas, sino que salta por la otra parte, ese ladrón es y
salteador; mas el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este el
portero le abre, y las ovejas oyen su voz, y llama a sus ovejas cada una por su
nombre, y las saca afuera. Cuando ha sacado afuera todas las suyas, va delante
de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz; mas al extraño no le
seguirán, antes huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
No entendieron esta
alegoría y les dije de nuevo:
—“En verdad, en verdad os digo que Yo soy la
puerta de las ovejas. Todos cuantos vinieron antes de mí, ladrones son y
salteadores; mas no les escucharon las ovejas. Yo soy la puerta; quien entrare
por mí será salvo, y entrará y saldrá, y hallará pasto. El ladrón no viene sino
para robar, y matar, y destruir; Yo vine para que tengan vida y anden sobrados.
Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor expone su vida por las ovejas; el que es
asalariado y no pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y
abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa, porque es
asalariado y no le importa de las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, y conozco las mías, y
las mías me conocen, como me conoce mi Padre y Yo conozco a mi Padre; y doy mi
vida por las ovejas. Y otras ovejas tengo que no son de este aprisco; éstas
también tengo Yo que recoger, y oirán mi voz y vendrá a ser un solo rebaño, un
solo Pastor. Por esto me ama mi Padre, porque Yo doy mi vida, para volverla a
tomar. Nadie me la quita, sino que Yo por mí mismo la doy. Poder tengo para
darla y poder tengo para tomarla otra vez. Esta orden recibí de mi Padre”.
Otra vez se originó
escisión entre los judíos con motivo de estas palabras. Y decían muchos de
ellos:
—“Demonio tiene y
disparata. ¿Para qué le escucháis?”
Otros decían:
—“Esas palabras no son de
endemoniado. ¿Es que un endemoniado puede abrir los ojos a los ciegos?”
COMENTARIO
La sublime belleza de estas
palabras hace innecesario ningún extenso comentario y menos de este prosaico
ingeniero que solo se le ocurre recomendar, a quien le está leyendo, que tenga
a bien volver a leer y meditar, en el silencio y la paz de la estancia donde
descansa, esta hermosísima alegoría, para bien de su alma.
Estas palabras están dichas
por un Hombre que sabe que tiene que dar la vida por sus ovejas, que nadie se
la quita, que la da Él ¿Quién es este Hombre? Dice que por esto el Padre le
ama. Este Padre es el Dios que creó el mundo. No habla de un padre terreno.
Este Hombre, con antelación, conoce su destino, sabe que va a morir en
ignominiosa muerte de Cruz, como sabe que resucitará antes de que pasen tres días.
¿Quién, pues, es este Hombre que dice ser Hijo de Dios? ¿Será posible lo que
estamos entendiendo? ¿Será posible, Dios mío, que Tú mismo te hayas hecho
Hombre sin dejar de ser Dios y hayas descendido a este mundo?
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