TEMA 77 SOLO TEXTO

TEMA 77   La moneda en la boca del pez. (Mt 17,24-27)
[Qué suerte poder leer el Evangelio Concordado, porque, ahora, solo san Mateo nos pone en antecedentes de esta escena que, como verá, es muy interesante. Leemos]:
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Llegando a Cafarnaúm, se presentaron a Pedro los que cobraban los didracmas y dijeron:
 —“¿Vuestro Maestro no paga los didracmas?”
Dice:
—“Sí”.
Y cuando entró en la casa, me adelanté a él diciendo:
—“¿Qué te parece Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran impuestos o tributos? ¿De sus propios hijos o de los extraños?”
—“De los extraños”.
—“Luego exentos están los hijos. Mas para que no los escandalicemos, vete al mar y echa el anzuelo, y al primer pez que saques, tómalo, y abriéndole la boca, hallarás un estater; tómalo y entrégalo a ellos por mí y por ti”.
COMENTARIO

+LA MONEDA EN LA BOCA DEL PEZ+

En el Evangelio Concordado, el milagro que ahora analizamos mantiene el orden cronológico, aunque, este milagro, solo lo describa san Mateo. Nunca lo he visto suficientemente comentado en los libros que se han publicado sobre la vida de Jesucristo. Sin embargo, este hecho sorprende a este ingeniero que suscribe, acostumbrado al ejercicio de la lógica como herramienta fundamental para el buen hacer de su trabajo técnico. El trato y relación humana con las personas que hasta ahora he tenido ocasión de conocer, siempre se ha establecido sobre la base del sentido común.
Normalmente, un técnico pasa de conversaciones imaginarias, mantiene una distancia respetuosa en la dudosa fiabilidad de los sentimientos que no vengan acreditados por una verdadera amistad. El pragmatismo, en una medida razonable, es una herramienta más con la que interpreta los acontecimientos que le salen al paso en el ejercicio de su trabajo. A la vista del apartado del Evangelio que acabamos de leer, me quedo con el versículo que dice:
“Luego exentos están los hijos. Mas para que no los escandalicemos, vete al mar y echa el anzuelo, y al primer pez que saques, tómalo, y abriéndole la boca, hallarás un estater; tómalo y entrégalo a ellos por mí y por ti”. (Mt 17,26-27)
Escuchamos un coloquio entre san Pedro y Jesús sobre el pago de impuestos. Un Hombre le dice a otro hombre que vaya al mar y se ponga a pescar y, sin pestañear, le comunica, además, que al primer pez que saque le abra la boca y allí encontrará una moneda cuyo valor es suficiente para pagar el tributo que exige el estado. Ud. ha leído los mismo que yo he leído, ¿verdad? ¿Qué conclusiones saca? Le diré las mías:
1.       No hay hombre alguno al que yo le de crédito en semejante mandato.
2.   Jamás se me ocurriría hacerle caso, porque no le atribuyo a ningún ser humano conocimiento sobrenatural como el que de aquí se trata.
3.       Como se puede deducir, el hecho mencionado se consumó tal cual lo hemos leído y en consecuencia se me ocurren estas preguntas:
4.       ¿Por qué sabía que en el mar había un pez que llevaba en su boca una moneda?
5.       ¿Por qué sabía el valor de la moneda?
6.       ¿Por qué sabía que el pez estaba en determinado sitio del mar?
7.       ¿Por qué sabía que junto a este pez habían otros peces?
8.       ¿Por qué sabía la hora oportuna para lanzar el anzuelo al mar?
9.       ¿Por qué sabía que este pez, el que llevaba la moneda en su boca, sería el primero en morder el anzuelo sin expulsar la moneda?
10.   ¿Por qué Pedro, un experto pescador, obedeció, sin la más mínima duda, al mandato de Jesús?
11.   ¿Quién era este Hombre para Pedro?
12.   ¿Quién es este Hombre para mí?
13.   ¿Quién es este Hombre para la lectora o el lector que me lee?
14. ¿Conoce a alguien que pueda atribuirse y demostrar semejante conocimiento sobrenatural?

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