[De nuevo, volvemos a caminar por el Evangelio
Concordado, solo de la mano de los Sinópticos. En esta ocasión volverán a ser
san Marcos y san Mateo los que lleven el peso de la narración, y también, en
este caso, el Programa Concordante nos mostrará que san Marcos se explaya más
en los detalles. Empleará un 143% más de palabras que san Mateo y un 347% más
que san Lucas. Leemos]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
En
aquella sazón, estando en casa, se llegan a mí los discípulos y me preguntan:
—“¿Quién,
pues, es mayor en el Reino de los cielos?”
Y
es que entró en ellos un pensamiento sobre quién de ellos sería el mayor.
Conociendo el pensamiento de su corazón les pregunté:
—“¿Sobre
qué altercabais en el camino?”
Ellos
callaban. Es que en el camino habían altercado unos con otros sobre quién era
el mayor. Mas Yo les dije:
—“Si
alguno quiere ser el primero, ha de ser el último de todos y criado de todos.
Porque el que es más pequeño entre vosotros, este es grande”.
Llamé
a mí a un niño, lo tomé de la mano y lo coloqué en medio de ellos y después de
ponerlo en mi regazo y abrazarle, les dije:
—“En
verdad, en verdad os digo, si no os tornareis e hiciereis como los niños, no
entrareis en el Reino de los cielos. Así, pues, el que se hiciere pequeño como
este niño, este es mayor en el Reino de los cielos. Y quien recibiere a uno de
tales niños en mi Nombre, a mí me recibe. Y quien me recibe a mí, no me recibe
a mí, sino al que me envió”.[1]
Tomando
Juan la palabra, dijo:
—“Maestro,
vimos a uno lanzando demonios en tu Nombre y se lo estorbamos, pues no anda con
nosotros”.
Mas
Yo le dije:
—“No
se lo estorbéis, pues no habrá nadie que obre un milagro en mi nombre, y pueda
enseguida hablar mal de mí. Pues quien no está contra nosotros, con nosotros
está. Y quien os diere de beber un vaso de agua a título de ser vosotros de
Cristo, en verdad os digo que no perderá su galardón. Y quien escandalizare a
uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más vale que le cuelguen al cuello
una muela de tahona y lo echen al mar.
¡Ay
del mundo a causa de los escándalos! Porque fuerza es que vengan los
escándalos; mas ¡ay del hombre por quien viene el escándalo! Y si te
escandalizare tu mano, córtala y échala lejos de ti: más te vale entrar manco
en la vida que no con las dos manos irte a la gehena, al fuego inextinguible,
donde “su gusano no muere y su fuego no
se extingue”.
Y si
tu pie te escandalizare, córtalo y échalo lejos de ti: más te vale entrar cojo
en la vida, que no con los dos pies ser arrojado en la gehena, donde “su gusano no muere y su fuego no se
extingue”.
Y si
tu ojo te escandalizare, sácalo y échalo lejos de ti: más te vale con un ojo
entrar en Reino de Dios que no con los dos ojos ser arrojado a la gehena, donde “su gusano no muere y su fuego no se
extingue”.
Porque
todos serán salados con el fuego, y toda víctima con sal será salada. Buena es
la sal; mas si la sal se desalare, ¿con qué la sazonaréis? Tened en vosotros
sal, y estad en paz unos con otros.
Guardaos,
no menospreciéis a uno de esos pequeñuelos, porque os digo que sus ángeles en
los cielos sin cesar contemplan el rostro de mi Padre, que está en los cielos.
Porque el Hijo del hombre vino a salvar lo que había perecido”.
COMENTARIO
¿Qué
le parece el texto que acaba de leer?
Aquí nos sale al encuentro el Ángel de la Guarda que Dios pone junto a
cada hombre o mujer que viene a ser en este mundo. Los ángeles son incontables.
A cada hombre se le destina un ángel que ejercerá su oficio solamente con el
hijo de Dios que le han designado. Es un buen amigo, el mejor amigo, que me
conoce bien, que me alumbra, me rige, me guarda y gobierna si yo lo quiero. Hay
tantos ángeles, con este destino, como hombres y mujeres vengan a ser en la
historia de la humanidad, y estos solo serán una pequeñita parte del número
incontable de los que ven el rostro divino de nuestro divino Padre. Son
espíritus puros y como tales ahora no los podemos ver con estos ojos, pero
están, existen y nos esperan.
Vimos anteriormente que en un solo hombre
podían habitar más de mil espíritus impuros, más de mil demonios, seres
individuales y distintos entre sí, con voluntad y entendimiento propios, que
con Lucifer escogieron, libremente, renegar del Dios que los creó ángeles buenos
desde el principio. Renegaron de Cristo aun teniendo conocimiento de los
designios del Padre.
Quien fue el más bello de los ángeles,
“Lucifer”, se reveló contra su Creador y arrastró consigo, hacia el infinito
abismo, a un tercio de los ángeles que suscribieron su enorme maldad. Están
para siempre en el Averno. Mientras dure esta vida buscarán la perdición de lo
más querido por Dios: el hombre. Si hay más ángeles buenos que malos, si en un
hombre caben más de mil ángeles malos ¿cuántos serán éstos y aquellos?
Por
si le sirve de ayuda, me dispongo a comentar algunos puntos que me han hecho
reflexionar:
1.
San Marcos, nos comunica que los discípulos habían
tenido una fuerte discusión sobre quién era al que había que atribuirle la
mayor autoridad después del Maestro. Se evidencia que, eso de que san Pedro era
el “Lugarteniente de Jesús”, no
estaba claro. San Marcos, así mismo, deja como esculpida un axioma de Jesús: “Si alguno quiere ser el primero, ha de ser
el último de todos y criado de todos”.
2.
San Mateo dice que Jesús llamó a un niño y lo puso
en medio de todos. San Lucas dice que lo tomó de la mano y lo sentó en sus
rodillas. San Marcos pone la guinda: dice que Jesús abrazó al niño.
3. Jesús, pone en
conocimiento de todos los hombres lo que supone escandalizar a un niño. Avisa
con dos ¡Ay!, que solo reseña san Mateo: ¡Ay
del mundo a causa de los escándalos! Porque fuerza es que vengan los
escándalos; mas ¡ay del hombre por quien viene el escándalo!
4.
San Mateo y san Marcos exponen la suprema
radicalidad con la que se debe actuar ante el escándalo, para evitar ir a la
Gehena, al Infierno. Pero solo san Marcos nos confirmará lo que pasa en este
lugar: “El fuego es inextinguible, donde
su gusano no muere y su fuego no se extingue”. Esta sentencia la repite
tres veces en este apartado. El Programa Concordante nos descubre, además, que
esta expresión no se volverá a repetir en ningún Evangelio. Y, por último, el
que lea debe tomar nota de que Jesucristo pronuncia estas palabras teniendo en
su mente al profeta Isaías, porque este fue el primero que las dijo: (Is
66,24), un hombre cuya existencia se sitúa hacia el año 750 a.C.
5. ¡Atención! san
Mateo nos descubre al Ángel de la Guarda de cada hombre y de cada mujer. No
veremos en ningún Evangelio el certificado de la existencia real e
incuestionable de este Ángel Custodio que cada uno tenemos desde que somos
concebidos, y ya para siempre. Dice, solo san Mateo: “Guardaos, no menospreciéis a uno de esos pequeñuelos, porque os digo
que sus ángeles en los cielos sin cesar contemplan el rostro de mi Padre, que
está en los cielos”. Para creer, sin ninguna duda, en “este amigo del alma”,
es necesario dar cumplimiento y asumir las palabras con las que Cristo, en este
mismo pasaje, que acabamos de leer, nos interpela para que tengamos la
sencillez de un niño con doctrina de adulto:
“En verdad, en verdad os digo, si no os tornareis e hiciereis como los niños,
no entrareis en el Reino de los cielos. Así, pues, el que se hiciere pequeño
como este niño, este es mayor en el Reino de los cielos”.
6.
San Lucas y san Marcos nos hablan del más joven de
los Apóstoles, de impulsivo san Juan que pretende evitar que otros que no andan
con el Maestro lancen demonios en el Nombre de Jesús. Los discípulos y
nosotros, ahora, oiremos las palabras de Cristo: “No se lo estorbéis, pues no habrá nadie que obre un milagro en mi
nombre, y pueda enseguida hablar mal de mí. Pues quien no está contra nosotros,
con nosotros está”. ¿Entendemos estas palabras los católicos de hoy?
7.
Solo san Marcos nos dará razón de la recompensa que
está reservada para aquellos que acogen, con generosidad, al mensajero de la
Palabra de Dios por ser discípulo de Cristo. Nos dice: “Y quien os diere de beber un vaso de agua a título de ser vosotros de
Cristo, en verdad os digo que no perderá su galardón”.
8.
Y por último hago referencia a san Mateo porque solo
él nos deja escrito la consoladora verdad que debe llenar de paz a quien se
contempla pecador y no merecedor de la Misericordia divina. Jesús asegura: “El Hijo del hombre vino a salvar lo que había
perecido”.
9.
¿Quién es capaz de leer, por separado, cada uno de
los textos evangélicos que hacen referencia a este episodio, que acabamos de
leer concordado, y se acuerde después de lo que uno u otro evangelista dice o
no dice? ¿Qué opina mi lectora o mi lector?
[1]
Estas
palabras tienen el sentido que tienen. Recuperar la inocencia no está al
alcance del hombre de mundo, hay que pedirla. El Padre Dios, siempre la da a
quien se la pide. Nos hacemos niños para entender el Reino de Dios o no lo
entenderemos nunca.
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