[Gracias a Dios que vemos a Jesucristo
henchido de gozo. Lo que ahora se va a leer está escrito desde hace ~2.000 años
por dos de los evangelistas. Por san Mateo y san Lucas. Qué palabras tan
preciosas me perdería si solo leyera a san Juan y san Marcos. ¡Qué bueno es
leer el Evangelio en una sola lectura!, engarzando como se engarzan los
diamantes de diferente tamaño en una hermosa y única joya. Dichosos y
privilegiados nosotros que podemos leer y oír, en lo más íntimo del alma, estas
palabras del Amor de los amores. Leemos]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Volvieron los setenta y dos
muy contentos, diciendo:
—“¡Señor, hasta los demonios se nos someten en
tu nombre!”
Les dije:
—“Contemplaba
Yo a Satanás caer del cielo como un rayo. Ved que os he dado potestad de
caminar sobre serpientes y escorpiones y contra toda la potencia del enemigo, y
nada podrá dañaros; mas no os gocéis en eso, que los espíritus se os someten;
sino gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”.
En aquella misma hora me
estremecí de gozo en el Espíritu Santo y dije:
—“¡Bendígote, Padre, Señor del cielo y de la
tierra, porque encubriste esas cosas a los sabios y prudentes y las descubriste
a los pequeñuelos. Bien, Padre, que así pareció bien en tu acatamiento! Todas
las cosas me fueron entregadas por mi Padre, y ninguno conoce cabalmente al
Hijo sino el Padre, ni al Padre conoce alguno cabalmente sino el Hijo, y aquel
a quien quisiere el Hijo revelarlo.
Venid
a mí todos cuantos andáis fatigados y agobiados, y Yo os aliviaré. Tomad mi
yugo sobre vosotros, y aprended de mí, pues soy manso y humilde de Corazón, y
hallaréis reposo para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga
ligera”.
Y vuelto a mis discípulos,
en particular les dije:
—“Dichosos
los ojos que ven lo que veis. Porque os digo que muchos profetas y reyes
quisieron ver lo que veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron”.
COMENTARIO
La Verdad se muestra
meridiana a la luz de una razón sencilla. Esta misma Verdad se oculta al sabio
que como tal se reconoce por los méritos de sí mismo.
Conocer al Padre viene dado
por Cristo. Sin Cristo nunca podré conocer cabalmente al Padre, ni en este ni
en el otro mundo. Cristo inspira, al corazón de quien Él se escoge, un "Padre
mío" que al pronunciarlo en la intimidad del alma supone gustar ya en
este mundo la bienaventuranza de nuestro destino último, un destino de
divinidad que nos hará semejantes al Dios que nos creó para Él, contemplándole
cara a cara como se contempla el rostro del Padre a quien se adora en amor.
Si quiere, vuelva a leer
este pasaje. El Amor y la Paz al alcance de la mano, al alcance del corazón
sencillo y bueno que trata de buscar a Cristo, de encontrar a Cristo, de amar a
Cristo. Y aquí lo tenemos fácil, pues, Él mismo le está demandando el alma con
esta lectura que lleva en cada palabra su Espíritu, su Verdad y su Vida. Este
es el Camino por el que caminamos hacia el Padre que, por su infinita
Misericordia, será descanso de su alma y de la mía. Último, único y feliz
destino de nuestra existencia.
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