TEMA 84 SOLO TEXTO

TEMA 84   La Parábola del Buen Samaritano. (Lc 10,25-37)
[Se dice que el Evangelio del médico san Lucas es el de la Misericordia porque nos dejó como herencia las más significativas palabras de Cristo que muestran el entrañable amor de Dios por los hombres, el amor de su divino Corazón. Esta parábola, que solo él nos la da a conocer, es la primera de otras que a continuación veremos, solo escritas de su puño y letra. Leemos]:
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Y he aquí que un legista se levantó, y con ánimo de tentarme dijo:
—“Maestro, ¿qué haré para entrar en posesión de la vida eterna?”
Le contesté:
—“En la Ley, ¿qué está escrito? ¿Cómo lees?”
Él, respondiendo, dijo:
—“Amarás al Señor Dios tuyo de todo corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”.
Yo le dije:
—“Muy bien respondiste: haz esto y vivirás”.
Él, queriendo justificarse me dijo:
—“Y ¿quién es mi prójimo?”
Tomando la palabra le dije:
 —“Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de salteadores, los cuales le despojaron, y después de cargarle de golpes se marcharon, dejándole medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por el mismo camino, y habiéndole visto, dio un rodeo y pasó de largo. De la misma manera también un levita, habiendo venido por aquel lugar y viéndole, dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó cerca de él, y así que lo vio se le enterneció el corazón, y llegándose, le vendó las heridas después de echar en ellas aceite y vino; y colocándole encima de su propio jumento, le llevó a la hospedería y le cuidó. Y al día siguiente, sacando dos denarios, los dio al hospedero, y le dijo:
“Cuídale, y lo que gastares demás, a mi vuelta yo te lo abonaré”.
¿Quién de éstos tres te parece haber sido prójimo del que cayó en manos de los salteadores?”
Contestó:
—“El que usó la misericordia con él”.
Le dije:
—“Anda y haz tú de la misma manera”.
COMENTARIO
Para amar de este modo hay que conocer muy bien a la Persona amada, porque el amor es directamente proporcional al conocimiento que se tiene del Objeto de tu amor. Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la fuerza, con toda la mente supone un conocimiento de su Persona tan grande como la medida del inmenso amor que se ha definido.
¿Quién conoce a Dios para amarlo de esta forma? En el Evangelio de san Mateo (11, 25-30), oiremos a Cristo que nos dice: “Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo”.
A Dios Padre solo lo conoce Dios Hijo y también aquél a quien el Hijo lo revele. Amaremos tanto más cuanto mayor sea nuestra disposición para captar lo que el Hijo revela de su Padre. ¿Cómo puedo saber si amo a Dios? Es fácil, no podemos asegurar que amamos a Dios, que no vemos, si no amamos, tanto como a nosotros mismos, al prójimo que si vemos. El amor a mi prójimo es, sin duda, la medida de mi amor a Dios.

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