TEMA 99 SOLO TEXTO

TEMA 99   El hijo pródigo (Lc 15,11-32) 
[Para mí, esta es la más bella parábola de los Evangelios. Al de san Lucas, precisamente, por ser el autor de esta divina joya, se le reconoce como el Evangelio de la Misericordia. Yo, además, me tomaría la licencia de señalarlo como el Evangelio de la mujer y de la Virgen. Intuyo que la principal fuente de información, con estos matices femeninos y misericordiosos, le vino dada al médico, discípulo de san Pablo, de mano de una Madre: María, que ejercía como tal sobre aquella incipiente comunidad cristiana que acudiría a ella con la confianza de los hijos e hijas que quieren conocer, al detalle, la vida y milagros del Autor de la vida, de su Hijo, Jesucristo, que pasó por este mundo haciendo el bien. Leamos]:
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
—“Un hombre tenía dos hijos. Y dijo el menor de ellos a su padre:
“Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde”.
Él les repartió la hacienda. De allí a no muchos días, el hijo menor, habiéndolo recogido todo, se partió a tierras lejanas, y allí dilapidó su hacienda viviendo licenciosamente. Mas cuando lo hubo gastado todo, sobrevino en aquella tierra grande hambre, y él comenzó a sentir necesidad. Conque fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual le envió a sus campos a apacentar puercos. Y ansiaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los puercos, y nadie se las daba.
Y entrando en sí mismo, dijo:
“¡Cuántos jornaleros de mi padre andan sobrados de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré y me iré a mi padre y le diré: “Padre, pequé contra el cielo y contra ti: no soy digno de llamarme hijo tuyo; tómame como uno de tus jornaleros”.
Y levantándose fuese a su padre. Estando él muy lejos todavía, viole su padre, y se le enterneció el corazón, y corriendo hacia él echósele al cuello y se lo comía a besos.
 Díjole el hijo:
“Padre, pequé contra el cielo y ante ti; no soy ya digno de llamarme hijo tuyo…”
Dijo el padre a sus criados:
“Presto, sacad el mejor vestido y vestídselo, y ponedle una sortija en la mano y calzado en los pies; y traed el novillo cebado y matadle, y comamos y hagamos fiesta; porque mi hijo estaba muerto y revivió, estaba perdido y fue hallado”.
Y dieron principio al festín. Su hijo mayor estaba en el campo; y como al volver llegó cerca de la casa, oyó la sinfonía y la danza; y llamando a sí a uno de los muchachos, le preguntó que era aquello.
Él le dijo:
“Ha vuelto tu hermano, y tu padre mató el novillo cebado, porque le recobró sano”.
Enojóse y no quería entrar; mas su padre, saliendo, le instaba. Él, respondiendo, dijo a su padre:
“Tantos años como te sirvo, sin haber jamás traspasado tus mandatos, y jamás me diste un cabrito para holgarme con mis amigos; mas así que vino ese tu hijo que ha consumido tu hacienda con malas mujeres, mataste para él el novillo cebado”.
Mas él le dijo:
“Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas; mas razón era holgarse y regocijarse, porque éste, el hermano tuyo, estaba muerto y revivió, estaba perdido y fue hallado”.
COMENTARIO
Este Padre y estos hijos están de permanente actualidad en un mundo como el que vivimos. Dichoso el hombre que queriendo dejar de ser pecador se somete al juicio de Dios y no al juicio de los hombres, sus hermanos. Dios es Padre de buenos y malos, pero ¿quién es bueno y quién es malo? Es bueno quien ejerce la misericordia, la compasión y el perdón y es malo quien no las ejerce. Es mejor recuperar a un hombre, aunque haya sido malo, que perderlo para siempre. El espíritu farisaico, la falta de clemencia denigra el corazón humano que está hecho para amar. No se puede dejar de amar a tu semejante, haya hecho lo que haya hecho, porque el mejor de los hombres es capaz de la mayor vileza. Hay que querer para los demás lo que quieres para ti mismo.
San Lucas ha cautivado nuestro corazón de padre o de hijo según nuestro estado actual. ¡Qué hermosas palabras pronunciadas por el Amor! Ahora, volvemos a la lectura y seguimos con nuestro, ya muy amigo, san Lucas que nos dice: 

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