[Caminamos hacia Jerusalén. El último viaje
de Cristo. San Lucas ha puesto en el orden que estamos siguiendo estas palabras
de Jesús. El Señor nos habla de la mujer de Lot, esta mujer que conocimos en el
Antiguo Testamento. Con esta referencia, el Hijo de Dios, certifica la
veracidad, la historicidad de los hechos que nos relata la Biblia. Leemos]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
En el camino me preguntaron unos fariseos:
—“¿Cuándo viene el Reino de Dios?”
Les respondí diciendo:
—“No viene el Reino de Dios
con aparato, ni dirán: “Aquí está, o allí”; mirad que el Reino de Dios
está dentro de vosotros”.
Y dirigiéndome a mis discípulos les dije:
—“Vendrán días en que
deseéis ver uno de los días del Hijo del hombre y no lo veréis. Y os dirán:
“Aquí está”, “Allí está”; no vayáis ni andéis tras ellos. Porque como el
relámpago, al relampaguear, recorre con su brillo todo el cielo de un extremo
al otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes es menester que Él
padezca mucho[1]
y sea reprobado por esta generación. Y como aconteció en los días de Noé, así
será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían; se casaban ellos,
se casaban ellas, hasta el día que Noé entró en el Arca y vino el Diluvio, que
acabó con todos.
Asimismo, como aconteció en los días de Lot:
comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día que salió
Lot de Sodoma llovió fuego y azufre del cielo, que acabó con todos. Eso mismo
pasará el día en que el Hijo del hombre aparezca. En aquel día, si uno se halla en el terrado y tiene sus
cosas dentro de casa, no baje a tomarlas; y asimismo quien esté en el campo no
vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien buscare
poner en cobro su vida, la perderá; y quien la perdiere la salvará. Os aseguro
que en esa noche estarán dos en una cama; el uno será tomado y el otro será
dejado. Estarán dos moliendo juntas: la una será tomada y la otra será dejada”.
Y tomando la palabra mis discípulos me
dijeron:
—“¿Dónde Señor?”
Les dije:
—“Donde
estuviere el cuerpo, allí también se juntarán las águilas”.
[1] Qué
bien se entienden estas palabras cuando se conoce la Pasión de Cristo, la
horrorosa agonía de mi Señor.
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