TEMA 105 SOLO TEXTO

TEMA 105   Advenimiento del Reino de mi Padre. (Lc 17,20-37)
[Caminamos hacia Jerusalén. El último viaje de Cristo. San Lucas ha puesto en el orden que estamos siguiendo estas palabras de Jesús. El Señor nos habla de la mujer de Lot, esta mujer que conocimos en el Antiguo Testamento. Con esta referencia, el Hijo de Dios, certifica la veracidad, la historicidad de los hechos que nos relata la Biblia. Leemos]:
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
En el camino me preguntaron unos fariseos:
—“¿Cuándo viene el Reino de Dios?”
Les respondí diciendo:
—“No viene el Reino de Dios con aparato, ni dirán: “Aquí está, o allí”; mirad que el Reino de Dios está dentro de vosotros”.
Y dirigiéndome a mis discípulos les dije:
—“Vendrán días en que deseéis ver uno de los días del Hijo del hombre y no lo veréis. Y os dirán: “Aquí está”, “Allí está”; no vayáis ni andéis tras ellos. Porque como el relámpago, al relampaguear, recorre con su brillo todo el cielo de un extremo al otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes es menester que Él padezca mucho[1] y sea reprobado por esta generación. Y como aconteció en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían; se casaban ellos, se casaban ellas, hasta el día que Noé entró en el Arca y vino el Diluvio, que acabó con todos.
Asimismo, como aconteció en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día que salió Lot de Sodoma llovió fuego y azufre del cielo, que acabó con todos. Eso mismo pasará el día en que el Hijo del hombre aparezca. En aquel día, si uno se halla en el terrado y tiene sus cosas dentro de casa, no baje a tomarlas; y asimismo quien esté en el campo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien buscare poner en cobro su vida, la perderá; y quien la perdiere la salvará. Os aseguro que en esa noche estarán dos en una cama; el uno será tomado y el otro será dejado. Estarán dos moliendo juntas: la una será tomada y la otra será dejada”.
Y tomando la palabra mis discípulos me dijeron:
—“¿Dónde Señor?”
Les dije:
—“Donde estuviere el cuerpo, allí también se juntarán las águilas”.




[1] Qué bien se entienden estas palabras cuando se conoce la Pasión de Cristo, la horrorosa agonía de mi Señor. 

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