TEMA 107 SOLO TEXTO

TEMA 107   El fariseo y el publicano. (Lc 18,9-14)
[Lucas, por ahora, nos abandona en este último viaje a Jerusalén, dejándonos una muy bella parábola con la que Jesús nos da un referente a la hora de orar y pedir perdón de nuestros pecados. Una cosa es leerlo y otra oír el tono de la bellísima voz del Maestro, escudriñar su rostro, su mirada, mientras va articulando estas palabras divinas que salen de su divina boca. Leemos]:
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Les propuse también esta parábola para algunos que presumían de sí como hombres justos y menospreciaban a los demás:
—“Dos hombres subieron al Templo: el uno fariseo y el otro publicano. El fariseo, de pie, oraba para sí de esta manera:
“¡Oh, Dios!, gracias te doy porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros o también como ese publicano; ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo cuanto poseo”.
Mas el publicano, manteniéndose a distancia, no osaba siquiera alzar los ojos al cielo, sino que golpeaba su pecho diciendo:
“¡Oh, Dios, ten piedad de este pecador!”.[1]
Os digo que este bajó a su casa justificado más bien que aquel; porque todo el que se exalta será humillado, y el que se humilla será exaltado”.
COMENTARIO
Recuerdo la escena, magistralmente presentada por san Josemaría Escrivá, de un gitano postrado en su lecho de muerte. Ha llegado su hora y ha de abandonar este mundo. Algún ser querido le observa. Compadecido y como no pudiendo dominar el piadoso impulso que le nace del corazón creyente, arrima un crucifijo a la boca del gitano en agonía. Al tenerlo, ya tan cerca, el moribundo exclama:
“Hija mía, aparta de mí este bello crucifijo, porque con ésta sucia boca lo podría manchar. No soy digno ni siquiera de besar esta imagen del Dios que tanto he ofendido en la miserable vida que he gastado. Ten compasión de este pobre gitano y reza por mi alma lo que yo no he sabido rezar”.
Cuando ya sientes que el sol te da por la espalda, al recapitular la vida que se te va, ¿quién no hace suyas las palabras de este gitano?




[1] ¿Qué hombre está exento de emplear estas palabras cuando se examina a sí mismo? ¿Quién de nosotros, los hombres de hoy, no suscribimos esta plegaria delante de Cristo? 

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