TEMA 108 SOLO TEXTO

TEMA 108   El matrimonio es indisoluble. (Mt 19,1-12; Mc 10,1-12)
[Este apartado, que, de improviso, se nos cuela en esta Concordancia no tiene más lectura que la que se lee. El hombre y la mujer casados son una sola carne para siempre. San Mateo y san Marcos han dejado esculpidas en las conciencias de cada hombre y mujer unas palabras de Cristo que son de permanente actualidad para todas las generaciones, hasta que se acaben los siglos. Leemos]:
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Concluidos estos razonamientos vine a los confines de la Judea allende el Jordán. Y de nuevo vinieron a mí grandes muchedumbres que me seguían. Y como siempre les enseñaba y curaba a sus enfermos. Se acercaron unos fariseos que tentándome me dijeron:
—“¿Es lícito al marido repudiar a su mujer por cualquier motivo?”
Respondiendo les dije:
—“¿Qué os mandó Moisés?”
Ellos dijeron:
—“Moisés permitió escribir líbelo de divorcio y repudiar”.
Mas Yo les dije:
—“¿No leísteis tal vez que el que los creó desde el principio los hizo varón y hembra? Y dijo:
“Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer, y serán los dos una sola carne”.
Así que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios, pues, juntó, el hombre no lo separe”.
Dícenme:
—“¿Por qué, pues, Moisés prescribió dar líbelo de divorcio y repudiar?”
Contesté:
—“Porque Moisés, en razón de vuestra dureza de corazón, os consintió repudiar vuestras mujeres; mas desde un principio no ha sido así. Y os digo que quien repudiare a su mujer, no interviniendo fornicación, y se casare con otra, adultera, y quien se casare con la repudiada, adultera”.
Y llegando a casa de nuevo, mis discípulos me interrogaron acerca de esto.
Y les dije:
—“Quien repudiare a su mujer y se casare con otra, comete adulterio contra la primera; y si la mujer repudiare a su marido y se casare con otro, comete adulterio”.
Y mis discípulos me dijeron:
—“Si tal es la situación del hombre respecto a la mujer, no vale la pena casarse”.
Mas yo les dije:
—“No todos son capaces de comprender esta palabra, sino aquellos a quienes ha sido dado. Porque hay eunucos que así nacieron desde el seno de su madre, y hay eunucos que lo son por obra de los hombres, y hay eunucos que así mismo se hicieron tales por razón del Reino de los cielos. Quien sea capaz de comprender, comprenda”.
COMENTARIO
Dios no acepta el adulterio por ningún concepto. El hombre y mujer casados, casados son y están para siempre, les une un vínculo que emana del propio querer divino desde que el hombre es hombre y la mujer, mujer. El adúltero vive su adulterio para siempre y en tal caso su destino no está en el cielo. Al morir se encontrará con el rostro de un Dios Padre que pedirá cuenta de la felicidad de su hija o de su hijo, de la felicidad de los hijos de sus hijos. El adulterio lleva consigo la voluntaria ocultación de la conciencia que se ve sometida a una tenebrosa vejación irreversible, que dura tanto como dura la vida de un adúltero.
También hay que hacer referencia a otro tipo de desorden por el cual la persona se adultera a sí misma. La vasectomía en el hombre y la ligadura de trompas en la mujer suponen dos actos intrínsecamente malos que afectan no sólo a las personas que, voluntariamente, lo han querido sino también a los facultativos que han intervenido para secar las fuentes de la vida. A la hora de la verdad, te presentas en la otra vida con un cuerpo tullido, se pone en juego la eternidad porque se sabe que respondemos de nuestros actos y este es un acto desordenado, irreversible y de imprevisibles consecuencias. Vuelvo a reclamar la atención de quien está leyendo y pongo a su consideración la siguiente reflexión sobre:

+EL DIVORCIO+

Los hombres podemos engañar a otros hombres, e incluso a nosotros mismos, pero a Dios no lo podemos engañar. Ante el mundo se podrá justificar un amancebamiento con el “brillante término” de parejas de hecho. Un varón y una mujer unidos en virtud de su mutuo asentimiento ratificado por solo la palabra y un “haber que pasa”. Al poco tiempo, lo que desordenadamente se unió, desordenadamente se separa, siendo, por lo general, la mujer la que carga con la peor parte. Se edifica una casa sobre arena y a la menor contrariedad comienzan las desavenencias, esta pareja de hecho se agrieta y en breve se arruina para desgracia de ellos mismos y de sus hijos.
Cristo no se refiere a estas uniones que solo son reconocidas por sociedades divorcistas, y así les va. Cristo hace mención del legítimo matrimonio, y avisa que cuando el varón, por su ineptitud, por su infidelidad o por su malicia, rompe el sagrado vínculo que le une a la madre de sus hijos, comete adulterio y predispone a la mujer a cometer el mismo pecado. El hombre que así actúa viene a ser responsable inicial de un adulterio que afecta a cuatro personas: a él y a su nueva pareja, a su legítima mujer y al posible hombre que se una, amancebadamente, a la madre de sus hijos.
Dios ha puesto en aviso a todas las generaciones de lo que este pecado puede suponer para una sociedad, porque con este acto se da lugar a un encadenamiento de posibles desordenes que trascienden a la persona que lo inicia. Un divorcio puede generar un indefinido desmembramiento familiar de imprevisibles consecuencias. Al cabo del tiempo, no mucho, cuando el hombre que ha generado un divorcio recapitula su vida, se encuentra con una cosecha de amargos frutos que no le harán muy placentero el tramo último de su existencia. La soledad no es buena compañera para iniciar el viaje a la otra vida, pero desde luego, si lo que te acompaña son las consecuencias de tu divorcio en otras muchas personas, que ni siquiera has conocido, es más que probable afrontar la muerte sin esperanza.
Ahora, quizá venga bien poner a su consideración lo que supone un adulterio y para ello transcribo literalmente lo que un poeta de mi tierra (D. Adolfo García López) hacía público, en la prensa local, reflexionando, con el alma abierta por los sentimientos de frustración que le embargaban, sobre un adulterio consumado por un amigo sin nombre.
EL AMIGO ROTO (De D. ADOLFO GARCÍA LÓPEZ)
Entrar en el laberinto de una vieja modernidad como es el adulterio no es un gesto para ser aplaudido por personas que tienen en alta estima los valores de la decencia.
He sido ilusionado amigo, compartiendo momentos felices verso a verso. Hoy solo queda el amigo decepcionado, roto y herido, porque has decidido vivir las secuencias de un poema sucio, suciamente concebido en el muladar donde solo reina lo más bajo del instinto.
Has desbaratado el nido que libremente erigiste; en el que un día lloraste ante la cuna vacía, y hoy solo se escucha el desencanto de una adolescente que tiene tu apellido y un hermoso nombre.
Me llamaste amigo y maestro, pero no te he enseñado a usar en tu vida las neuronas pélvicas para que sean promotoras de la conducta. El hombre es hombre cuando emplea los valores morales de cintura hacia arriba. Cuando solo emplea los de abajo, pone de manifiesto su condición de macho. El amor no es entregar el cuerpo a los deleites de la carne.
Este viejo poeta desde su fe en la esperanza te invita a ser coherente, mientras entretengo el pensamiento desnudando madrugadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario