[Los tres escribirán lo mismo: que Jesús dijo
a los saduceos: “Dios, es Dios de vivos y
no de muertos”. Leemos]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
En aquel mismo día se me acercaron unos
saduceos, que dicen no haber resurrección, y me interrogaron diciendo:
—“Maestro, Moisés nos dejó escrito que:
“Si el hermano de uno muriere y dejare mujer
sin dejar hijo, tome su hermano la mujer y suscite prole a su hermano”.
Había, pues, entre nosotros siete hermanos; y
el primero, habiendo tomado mujer, murió sin hijos; y dejó su mujer a su
hermano. Asimismo, el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia. También
el tercero la tomó y asimismo también hasta el séptimo; y los siete no dejando
hijos murieron. Posteriormente a todos también la mujer murió. La mujer, pues,
en la resurrección, ¿de cuál de ellos viene a ser mujer? Porque los siete la
tuvieron por mujer”.
Les dije:
—“Errados
andáis por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios. Los hijos de este
siglo toman mujer y toman marido; mas los que fueren hallados dignos de tener
parte en aquel siglo y en la resurrección de entre los muertos, ni toman mujer
ni toman marido; pues ni morir ya pueden, como que son iguales a los ángeles, y
son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección. Y en cuanto a que resucitan
los muertos, también Moisés lo indicó en el pasaje de “la zarza”, en que
llama “al Señor el Dios de Abrahán, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob”; y
no es Dios de muertos, sino de vivos, pues todos viven para Él. Muy errados
andáis”.
Y oyendo esto las turbas, se pasmaban de mi
enseñanza. Y respondiendo algunos de los escribas, dijeron:
—“Maestro, dijiste muy bien”.
Y fue así que ya no se
atrevían más a preguntarme nada.
COMENTARIO
Los muertos resucitan, los muertos
resucitarán. El destino del hombre no acaba con esta vida, pero, además, para
Dios, un hombre no deja de existir cuando expira. Vemos un cadáver cuando la
muerte asume en la decrepitud la carne, que rápidamente se corrompe, pero se
sabe que ya no está en ese cuerpo la persona que conocimos. ¿Dónde está? ¿Cómo
está? Jesucristo habla de personas muertas ya hace muchos años y sin embargo
las conoce vivas porque para Dios, que no es Dios de muertos, todos vivimos.
Jesucristo, próximo a morir le dirá a un
crucificado con Él: “…hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Al otro lado, seguiremos siendo Ud. y yo.
No nos verán, no nos oirán y sin embargo nosotros sí veremos y oiremos tal cual
nos ven y oyen los que hemos conocido e invocado durante nuestro caminar por
este mundo. Al morir saldré de este mundo como quien soy y sin nada de lo que
tengo. Aquí dejo mis pertenencias, dejo mi cuerpo y todo lo que se corrompe.
Allí me llevo el fruto de mi amor, de mi fe, de mis obras.
El yo que no veo, pero que en definitiva es
mi propio yo, al morir, deja este mundo sin dejar de ser yo. Mi cuerpo, mi
carne, aquí se queda hasta el final de los tiempos, pero esto no es el yo con
el que amo, no es mi alma con la que veré, justamente al separarse de mi
cadáver, cara a cara a mi Redentor, Jesucristo, el Amado mío.
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