TEMA 127 SOLO TEXTO

TEMA 127   Cuestión sobre la resurrección. (Mt 22,23-33; Mc 12,18-27; Lc 20,27-40)
[Los tres escribirán lo mismo: que Jesús dijo a los saduceos: “Dios, es Dios de vivos y no de muertos”. Leemos]:
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
En aquel mismo día se me acercaron unos saduceos, que dicen no haber resurrección, y me interrogaron diciendo:
—“Maestro, Moisés nos dejó escrito que:
“Si el hermano de uno muriere y dejare mujer sin dejar hijo, tome su hermano la mujer y suscite prole a su hermano”.
Había, pues, entre nosotros siete hermanos; y el primero, habiendo tomado mujer, murió sin hijos; y dejó su mujer a su hermano. Asimismo, el segundo la tomó, y murió sin dejar descendencia. También el tercero la tomó y asimismo también hasta el séptimo; y los siete no dejando hijos murieron. Posteriormente a todos también la mujer murió. La mujer, pues, en la resurrección, ¿de cuál de ellos viene a ser mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer”.
Les dije:
—“Errados andáis por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios. Los hijos de este siglo toman mujer y toman marido; mas los que fueren hallados dignos de tener parte en aquel siglo y en la resurrección de entre los muertos, ni toman mujer ni toman marido; pues ni morir ya pueden, como que son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección. Y en cuanto a que resucitan los muertos, también Moisés lo indicó en el pasaje de “la zarza”, en que llama “al Señor el Dios de Abrahán, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob”; y no es Dios de muertos, sino de vivos, pues todos viven para Él. Muy errados andáis”.
Y oyendo esto las turbas, se pasmaban de mi enseñanza. Y respondiendo algunos de los escribas, dijeron:
—“Maestro, dijiste muy bien”.
Y fue así que ya no se atrevían más a preguntarme nada.
COMENTARIO
Los muertos resucitan, los muertos resucitarán. El destino del hombre no acaba con esta vida, pero, además, para Dios, un hombre no deja de existir cuando expira. Vemos un cadáver cuando la muerte asume en la decrepitud la carne, que rápidamente se corrompe, pero se sabe que ya no está en ese cuerpo la persona que conocimos. ¿Dónde está? ¿Cómo está? Jesucristo habla de personas muertas ya hace muchos años y sin embargo las conoce vivas porque para Dios, que no es Dios de muertos, todos vivimos.
Jesucristo, próximo a morir le dirá a un crucificado con Él: “…hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Al otro lado, seguiremos siendo Ud. y yo. No nos verán, no nos oirán y sin embargo nosotros sí veremos y oiremos tal cual nos ven y oyen los que hemos conocido e invocado durante nuestro caminar por este mundo. Al morir saldré de este mundo como quien soy y sin nada de lo que tengo. Aquí dejo mis pertenencias, dejo mi cuerpo y todo lo que se corrompe. Allí me llevo el fruto de mi amor, de mi fe, de mis obras.
El yo que no veo, pero que en definitiva es mi propio yo, al morir, deja este mundo sin dejar de ser yo. Mi cuerpo, mi carne, aquí se queda hasta el final de los tiempos, pero esto no es el yo con el que amo, no es mi alma con la que veré, justamente al separarse de mi cadáver, cara a cara a mi Redentor, Jesucristo, el Amado mío.

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