TEMA 128 SOLO TEXTO

TEMA 128   El Gran Mandamiento. (Mt 22,34-40; Mc 12,28-34)
[San Mateo y san Marcos (San Pedro) son testigos de esta escena en la que, sin duda, se oye lo más importante que un judío, y también un cristiano, puede manifestar. Ambos evangelistas lo exponen con algún matiz. Por ejemplo, san Mateo nos dirá que el que pregunta es un legista que quiere poner a prueba a Jesús. San Marcos, en cambio, nos presenta un escriba que, impresionado por lo bien que había razonado sobre la resurrección, quiso oír de boca de este Joven Maestro cuál era para Él el primer Mandamiento de la Ley. Concordadamente leemos]:
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Los fariseos, habiendo oído que había hecho tascar el freno de los saduceos, se juntaron en grupo. Y llegándose uno de ellos, escriba, que nos había oído discutir, viendo que Yo les había contestado muy bien, me preguntó con ánimo de tentarme:
—“Maestro, ¿Cuál es el gran mandamiento y primero de todos en la Ley?”
Le respondí:
—“El primero es:
“Escucha Israel; el Señor, nuestro Dios, es un solo Señor, y amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con toda tu fuerza”.
Este es el gran mandamiento y el primero. El segundo, semejante, es éste:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Mayor que éstos, otro mandamiento no le hay. De estos dos mandamientos penden la Ley entera y los Profetas”.
Y dijo el escriba:
—“Muy bien, Maestro, con verdad dijiste que “Uno es, y no hay otro fuera de Él”, y el “amarle con todo el corazón y con toda la inteligencia y con toda la fuerza” y el “amar al prójimo como a sí mismo”, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.
Viendo que había respondido sensatamente, le dije:
—“No andas lejos del Reino de Dios”.
Y nadie ya osaba interrogarme.
COMENTARIO
Estas palabras las pronuncia el Único Hijo, del Único Dios Padre, Jesucristo. Ni los israelitas de aquel tiempo ni los hombres que somos en este tiempo hemos visto a Dios. Sabemos que existe y con esta Fe también conocemos que este Dios demanda al hombre un amor supremo por encima de todo otro amor posible. Dios es mi único Dios, pero lo concibo en mi razón como tres Personas con una sola naturaleza divina. Del solo Padre, del solo Hijo y del solo Espíritu Santo, de tres Personas, que no confundo, recibo en lo más reservado e íntimo de mi alma un requerimiento que me suena así:
“Hijo mío, amado mío, soy tu Señor y tu Dios y me has de amar con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con toda tu fuerza”.
Esta es la suprema y divina demanda con la que estoy comprometido porque me va en ello la vida eterna, porque me va en ello el verdadero amor que solo es posible acreditarlo cuando uno quiere al prójimo como así mismo, porque no se puede amar al Dios que no vemos si no amamos al hermano que vemos. No se puede amar a nadie si no lo conoce previamente. Nadie puede amar a Dios si no lo conoce, y desde luego el hombre por sí mismo no puede conocer, en su plenitud, al Dios que tanto le pide.
Si lo que he leído hasta ahora lo asumo tal y como la lógica me lo ha hecho interpretar, tengo ante mis ojos al mismo Dios Hijo que me ha hecho conocer al mismo Dios Padre en virtud de la plenitud, con la que ha llenado mi ciencia y mi conciencia, la plenitud del Espíritu Santo Dios que procede del Padre y del Hijo, este gran Desconocido que habita en mi alma y al cual trato de amarlo por Sí mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario