[Solo san Lucas nos presenta esta escena.
Para escribirla tuvo que ser informado por alguien que estuviera en este acto.
Cualquiera puede hacer volar su imaginación. ¿Qué preguntas haría el obsceno
Herodes al Hijo de Dios? No tengo ningún interés en conocerlas. Jesús fijó los
ojos en el suelo desde que entró en el palacio hasta que se lo volvieron a
llevar a Pilato, no abrió la boca. Sus divinos pies estaban pisando la
inmundicia de un lugar nefando, rodeado de hombres y mujeres de emponzoñado
corazón. Cristo gustó, también, este padecer al que estaba sometido su pudor
divino, una angustia, una fatiga que solo puede comprender, sobre todo, el alma
de aquel hombre o mujer que lee este pasaje con el corazón entregado al Dios de
la pureza. Leemos]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Herodes, cuando me vio, se
regocijó en extremo; porque desde hacía mucho tiempo estaba deseoso de verme,
pues había oído decir muchas cosas de mí, y esperaba verme hacer algún
prodigio. Y me preguntaba con mucha palabrería. Mas Yo no respondí nada.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándome con ahínco. Herodes
menospreció mi Persona, juntamente con su cuerpo de guardia, y haciendo burla
de mí, me vistió un ropaje luciente y me remitió a Pilato. Hiciéronse amigos
uno de otro, Herodes y Pilato, aquel día, pues antes eran enemigos entre sí.

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