RESURRECCIÓN Y VUELTA AL
PADRE
TEMA
167 El sepulcro vacío. (Mt 28,1-7; Mc 16,1-8; Lc 24,1-10; Jn
20,1-2)
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Y pasado
el sábado, María Magdalena y María la de Santiago y Salomé compraron perfumes
con el fin de ir a ungirme. Cuando alboreaba el primer día de la semana, muy de
madrugada, estando oscuro todavía, vinieron al monumento llevando consigo los
aromas que habían preparado. Y se decían unas a otras:
—“¿Quién
nos correrá la losa de la entrada del monumento?”
De pronto
se produjo un gran temblor de tierra, pues un ángel, bajando del cielo y
acercándose, hizo rodar de su sitio la losa, y se sentó sobre ella. Era su aspecto como de relámpago, y su
vestidura blanca como la nieve. Del miedo de él se pusieron a temblar los
guardias y quedaron como muertos.
Apenas
rayó el alba, las mujeres llegaron al sepulcro y mirando atentamente, observan
que la losa había sido corrida a un lado; porque era enormemente grande. María Magdalena, viendo la losa quitada del
monumento, corre, pues, y va a Simón Pedro y a Juan y les dice:
—“¡Se
llevaron al Señor del monumento y no sabemos dónde lo pusieron!”
Las
mujeres, entrando en el monumento no hallaron mi cuerpo. Y aconteció, estando
ellas desorientadas sobre esto, de pronto se le presentaron dos varones
vestidos de un largo ropaje blanco y refulgente; y quedaron espantadas.
Quedando ellas amedrentadas e inclinando sus rostros a la tierra, tomó la
palabra el ángel que estaba sentado a la derecha, diciendo:
—“No os
espantéis vosotras, que ya sé que buscáis a Jesús, el Nazareno, el Crucificado.
¿A qué buscáis al vivo entre los muertos? No está aquí: Resucitó, como dijo.
Recordad cómo os habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que “el Hijo del hombre había de ser entregado en
manos de los hombres pecadores y ser crucificado y al tercer día resucitar”.
Y ellas
se acordaron de mis palabras. Siguió el ángel:
—“Venid,
ved el lugar donde pusieron al Señor. Pero id marchando a toda prisa y decid a
sus discípulos, y a Pedro, que resucitó de entre los muertos, y he aquí que se
os adelanta en ir a Galilea; allí le veréis, conforme os dijo. Conque os lo
tengo dicho”.
Y
saliendo, huyeron del monumento a toda prisa, pues se había apoderado de ellas,
temblor y estupor, y a nadie dijeron nada, porque tenían miedo. Mas, luego,
repuestas del sobresalto, con grande gozo corrieron a dar la nueva a los
discípulos.
COMENTARIO
Los
Sinópticos llevan el peso de este apartado. San Juan solo nos dirá que el
primer día de la semana, estando oscuro todavía, solo María Magdalena vino al
monumento y vio la losa, que lo tapaba, corrida. Sin más, Magdalena, sale
corriendo y entera a san Pedro y san Juan de que el cadáver del Señor se lo han
llevado y no sabe dónde lo han puesto.
Según los
Sinópticos a María Magdalena le acompañaba la María de Santiago. San Marcos
especificará aún más, señalando que, además, con ellas, iba Salomé. También
dirá san Marcos que era muy de madrugada, pero el sol ya había salido.
O María
Magdalena fue primero, muy oscuro todavía y después volvió con las otras dos
mujeres, o habrá que entender que sucedió como lo narra san Marcos mejor que
san Juan.
Solo san
Mateo nos deja escrito que al llegar las mujeres al sepulcro sintieron un gran
temblor y además vieron:
1.
Que un ángel del Señor bajaba del cielo.
2.
Que el mismo ángel hizo rodar la losa de su
sitio.
3.
Que el ángel se sentó sobre ella.
4.
Que su aspecto era como relámpago y su
vestidura blanca como nieve.
5.
Que vieron a los guardias temblar y quedar
como muertos.
6.
Que, por último, oyeron del ángel las
siguientes palabras:
a) “No temáis vosotras,
que ya sé que buscáis a Jesús el crucificado; no está aquí; resucitó, como
dijo. Venid, ved el lugar donde estuvo puesto. Y marchando a toda prisa, decid
a sus discípulos que resucitó de entre los muertos, y he aquí que se os
adelanta en ir a Galilea: allí le veréis. Con que os lo tengo dicho. Mt 28,5-7. Solo san Marcos, dejará advertido que la losa
era “enormemente grande”. Las mujeres
lo sabían y de camino se preguntaban cómo correrían la losa, observación,
también, de solo san Marcos. A diferencia de san Mateo, las mujeres vieron al
ángel dentro del monumento, sentado a la derecha, que les dijo:
b) “No os espantéis. A
Jesús buscáis, el Nazareno, el crucificado; resucitó, no está aquí. Mirad el
lugar donde le pusieron”. Mc 16,6. Para
terminar el análisis sobre estas variables en la redacción del pasaje leído,
expongo que será solo san Lucas quien, sorprendentemente, nos asegurará que no
fue un ángel sino dos varones, con vestidura refulgente, los que, súbitamente,
se aparecieron a las mujeres. Uno de ellos hablaría diciendo:
c) ¿A qué buscáis al
vivo entre los muertos? No está aquí, sino resucitó. Recordad cómo os habló
cuando estaba aún en Galilea, diciendo que el Hijo del hombre había de ser
entregado en manos de hombres pecadores y ser crucificado y al tercer día
resucitar. Lc 24,5-7
Para
concatenar concordadamente el texto evangélico que acabamos de leer ha habido
que hacer “encajes de bolillo”, pero
merece la pena, porque en una sola redacción nos enteramos, con rigor, de lo
ocurrido.
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