TEMA 171 SOLO TEXTO

TEMA 171   Camino de Emaús. (Mc 16,12-13; Lc 24,13-35)
[San Lucas es el autor de este extraordinario pasaje. San Marcos solo aportará dos versículos que están concatenados con el relato del evangelista médico. Seguro que sabemos de quién pudo recibir información este profesional de la medicina y de la Palabra de Dios.]
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Tras esto, aquel mismo día, dos de mis discípulos iban de camino a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén ciento sesenta estadios. Iban conversando entre sí sobre todos estos acontecimientos. Y sucedió que mientras ellos conversaban y discutían, Yo mismo me aparecí en diferente figura y acercándome caminaba con ellos. Pero sus ojos, inhibidos, no estaban en disposición de reconocerme. Les dije: 
 —“¿Qué pláticas son esas que cambiáis entre vosotros mientras vais caminando? Parece que andáis tristes”. 
Y tomando la palabra uno de ellos, llamado Cleopás, me dijo: 
—“¿Eres Tú el único forastero en Jerusalén que no te enteraste de las cosas que estos días ocurrieron en la ciudad?” 
Yo les dije: 
—“¿Cuáles?”
Ellos me dijeron: 
—“Las de Jesús de Nazaret, que fue un Profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron nuestros sumos sacerdotes y magistrados para que fuese condenado a muerte, y le crucificaron. Nosotros esperábamos que Él era el que había de liberar a Israel. Pero, con todo esto, este es ya el tercer día desde que estas cosas ocurrieron. Verdad es que algunas mujeres de las que están con nosotros nos sobresaltaron; las cuales estuvieron muy de mañana en el monumento, y no habiendo hallado el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que hasta visión de ángeles habían visto, los cuales aseguran que Él vive. Y fueron algunos de los nuestros al monumento, y hallaron las cosas como las mujeres habían dicho. Mas a Él no le vieron”. 
Yo les dije: 
—“¡Oh insensatos y lerdos de corazón para creer en todo lo que dijeron los profetas! ¿Por ventura no era necesario que estas cosas padeciese el Mesías y así entrase en su gloria?” 
Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les fui interpretando en todas las Escrituras lo que a mí se refería. Y llegados cerca de la aldea a donde se dirigían, hice ademán de seguir adelante. Mas ellos me hicieron fuerza, diciéndome: 
—“Quédate con nosotros, pues atardece y el día ya reclinó”. 
Y entré a quedarme con ellos. Y acaeció que, puesto a la mesa con ellos, tomando el pan lo bendije, y después de partirlo se lo di. A ellos se le abrieron los ojos y me reconocieron; mas Yo me hice insensible a sus ojos.  Dijéronse entonces el uno al otro:
 —“¿¡Por ventura nuestro corazón no estaba que ardía dentro de nosotros cuando Él nos hablaba en el camino, cuando nos abría el sentido de las Escrituras!?” 
Y levantándose, a la misma hora se volvieron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los Once y a sus compañeros que decían: 
—“¡Realmente resucitó el Señor y se apareció a Simón!” 
Y ellos a su vez referían lo acaecido en el camino y como le reconocieron en la fracción del pan. Y ni a ellos creyeron.

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