TEMA 173 SOLO TEXTO

TEMA 173 Tomás incrédulo. “Señor mío y Dios mío”. (Jn 20,24-29)
[San Juan, como siempre, siendo atento testigo del hecho que relata, nos subyugará, admirados y emocionados, al dejarnos caer en esta escena que puede conmover a la más agnóstica de las personas que tengan la oportunidad de leer lo que ahora sigue. ¿Qué luz puedo aportar a esta manifestación divina de Cristo?]
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Tomás, uno de los Doce, el llamado Dídimo (Mellizo), no estaba con ellos cuando vine y los otros discípulos le decían: 
—“¡Hemos visto al Señor!”. 
Mas él les dijo: 
—“Si no viere en sus manos la marca de los clavos, y no metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y no metiere mi mano en su costado, no lo creo”. 
Y ocho días después estaban allí dentro otra vez mis discípulos, y Tomás entre ellos. Vine cerradas las puertas, y puesto en medio de ellos, les dije: 
—“Paz con vosotros”. 
Luego dije a Tomás: 
—“Trae acá tu dedo, mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”. 
Respondió Tomás y me dijo: 
—“¡Señor mío y Dios mío!”.
Le dije: 
—“¡Porque me has visto has creído! Bienaventurados los que no vieron y creyeron”.
COMENTARIO
Tomás escucha las palabras de su Maestro viendo lo que jamás hubiera creído ver. El tono de las palabras de Cristo, la fija mirada de su Señor, el expectante silencio de los demás, a los cuales no creyó, dejan a Tomás en un estado de profundo anonadamiento, sobre todo, se siente con inmensa indignidad y con tal concepto de sí mismo reafirma su Fe con cinco palabras que se repetirán hasta la eternidad en cada hombre y mujer de los que Dios se ha elegido…..”Señor mío y Dios mío”.
Bienaventurados los que sin verlo le amamos porque creemos, porque le conocemos. Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la Paz, que nos da a conocer la Persona de Cristo. Nadie puede amar lo que no conoce. Cuánto bien se puede hacer si procuramos que esta Autobiografía llegue a todos los hombres y mujeres posibles, a todos los que el Padre Dios se escoge como verdaderos amantes del Hijo de sus entrañas. Esta sagrada oportunidad no se le puede negar a ningún hombre, a ninguna mujer sea cual sea su raza, estado y condición.  

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