TEMA 34 SOLO TEXTO

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TEMA 34
El siervo del centurión. (Mt 8,5-13; Lc 7,1-10)

SOLO TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO

Bajamos del monte y seguidos de un gran gentío entramos en Cafarnaúm. Había cierto centurión, cuyo siervo, enfermo, estaba para morir, el cual le era de mucha estima. Como hubiese oído hablar de mí, envió a algunos ancianos de los judíos, suplicándome que viniese a sacar de peligro a su siervo, diciendo:

—“Señor, mi muchacho yace en casa paralítico, presa de atroces torturas”.

A su vez los ancianos me rogaban encarecidamente, diciendo:

—“Es digno de que le otorgues esto, pues ama nuestra raza, y la sinagoga él nos la edificó”.

Les dije:

—“Allá voy, y le curaré”.

Acompañado de ellos y cuando estábamos cerca de la casa, el centurión envió unos amigos diciendo:

—“Señor, no te molestes, que no soy digno de que entres debajo de mi techo; por lo cual tampoco me consideré digno de ir a Ti; mas ordénalo con una sola palabra, y quede sano mi muchacho. Que también yo, simple subordinado a las órdenes de la autoridad, que tengo soldados a mi mando, digo a éste: “Ve” y va; y a otro; “Ven” y viene; y a mi esclavo: “Haz esto”, y lo hace”[1].

Al oír esto, quedé maravillado[2] y vuelto a la gente que me seguía, les dije:

—“Os aseguro que ni siquiera en Israel hallé fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente y se recostarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos; en cambio, los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de allá fuera: allí será el llanto y el rechinar de los dientes”.

Dirigiéndome a los enviados del centurión les dije:

—“Id y decidle: como creíste, hágase contigo”.

Y el muchacho sanó en aquella hora.

COMENTARIO DEL INGENIERO

San Mateo y san Lucas nos llevan de nuevo a Cafarnaúm. La lógica de Dios no es la lógica de los hombres. Tampoco toda la palabra de Dios la podemos circunscribir a la interpretación literal de la inteligencia humana. En este suceso, los teólogos y exegetas han tenido notable dificultades para poder acomodar las dos versiones de este relato, la de san Mateo y la de san Lucas.

San Mateo expone, meridianamente, que fue el propio Centurión el que se dirige a Jesús suplicándole la curación de su siervo. Los oídos humanos de Jesús oyeron, directamente, la voz de un soldado humilde que articulaba las siguientes palabras:

“Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techo; mas ordénalo con una sola palabra, y quedará sano mi muchacho”. (Mt 8,8)

San Lucas expone, manifiestamente, que el Centurión no se atrevió llegarse a Jesús de manera personal, mandó a unos amigos que en su nombre dijeron a Jesús:

“Señor, no te molestes, que no soy digno de que entres debajo de mi techo; por lo cual tampoco me consideré digno de ir a ti; mas ordénalo con una sola palabra, y quede sano mi muchacho”. (Lc 7,6-7)

Este suceso es histórico, si pudiera volver hacia atrás en el tiempo sería testigo directo de él, pero ¿cómo acaeció?, ¿como lo narra san Mateo o como lo hace san Lucas? Aquí nos sale al encuentro lo que se llama “materia de opinión”. ¿Cuál de los dos expone la verdad? La verdad intrínseca es:

Un Centurión, una humilde súplica, un siervo enfermo, Cristo que hace el milagro a distancia... etc. En esto nada difieren los evangelistas. Solo en la redacción de este pasaje difieren el Apóstol y el médico. Probablemente, los acontecimientos se desarrollaron como nos lo presenta san Lucas.

Al hacer uso del Programa Concordante he podido advertir algunas peculiaridades que, normalmente, pasan desapercibidas cuando el Evangelio se lee de corrido y no se medita en profundidad. Ni san Pedro (San Marcos), ni san Juan hacen mención de este pasaje. Ambos viven en Cafarnaúm y debieron conocer que la Sinagoga fue una realidad gracias a la generosidad de este Centurión que, probablemente, ostentaba la máxima autoridad romana en esta ciudad. ¿Por qué? Quizá ya conocían los Evangelios de los Sinópticos. Lo escrito bien escrito estaba.

Por primera vez oiremos de boca de Jesús la siguiente frase: “…allí será el llanto y el rechinar de los dientes”. Salvo una sola vez que la menciona san Lucas, cuando Jesús contesta a uno que pregunta si serán pocos lo que se salven, solo en san Mateo vemos esta afirmación del Hijo de Dios. Hasta seis veces en este Evangelio la oiremos en los labios del Maestro.

En el Infierno se llora con eterna amargura y sin embargo no se suplica consolación, se llora con desesperación porque no se quiere el arrepentimiento, no es posible tener dolor de corazón, se vive en una desesperanza que no tiene término, porque se odia en un desasosiego infernal del cual, al condenado no le es posible querer salir. Lo quiere y lo padece porque lo ha querido, lo quiere y lo querrá más allá del tiempo. ¿Por qué el Verbo de Dios hecho carne iba a asegurar que existe este indefinido lugar si no fuera verdad?



[1] ¿Qué le parece? ¿Tenemos nosotros esta Fe?

[2] Se sorprende Jesucristo en varias ocasiones. Esta es la primera que se nos muestra en el Evangelio de san Mateo y de san Lucas. Su sorpresa hace referencia a la Fe de un gentil, es decir, a la Fe de un hombre que no era judío.

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