[El peso del texto que ahora leeremos es de
san Mateo. San Marcos y san Lucas aportarán pequeños detalles. Por ejemplo, san
Marcos nos dirá que Jesús los envió de dos en dos. Leemos]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Recorría las ciudades y aldeas todas,
enseñando en sus sinagogas y predicando el Evangelio del Reino y curando toda
enfermedad y dolencia. Viendo a las turbas se me enternecían las entrañas para
con ellos, pues andaban deshechos y echados por los suelos, como ovejas que no
tienen pastor. Entonces dije a mis discípulos:
Llamando a mí a los Doce, les di poder y
autoridad sobre todos los demonios para lanzarlos y para curar toda enfermedad
y dolencia, enviándolos de dos en dos a predicar el Reino de Dios y sanar los
enfermos, dándole las instrucciones siguientes:
—“No vayáis camino de los
gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos, id más bien a las ovejas
descarriadas de la casa de Israel. Y al ir, predicad diciendo:
“Está cerca el Reino de los
cielos”.
Curad enfermos, resucitad
muertos, limpiad leprosos, lanzad demonios; de balde lo recibisteis, de balde
dadlo. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas, ni
zurrón para el camino, ni dos túnicas, ni dos zapatos, sino sandalias, y un
bastón si queréis: porque digno es el obrero de su mantenimiento. Y en la
ciudad o aldea en la que entréis, averiguad quién haya en ella digno, y quedaos
allí hasta que partáis. Y al entrar en la casa, saludadla; y si la casa fuere
digna, venga vuestra paz sobre ella, mas si no fuere digna, tórnese a vosotros
vuestra paz.
Y si alguno no os recibiere
ni escuchare vuestras palabras, saliéndoos afuera de aquella casa o ciudad,
sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo, se usará menos rigor con
la tierra de Sodoma y Gomorra el día del juicio que con aquella ciudad. Mirad,
Yo os envío como ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como las
serpientes y sencillos como las palomas.
Recataos de los hombres,
porque os entregarán a los sanhedrines y en sus sinagogas os azotarán; seréis
llevados por mi causa a los gobernadores y reyes, para que sirva de testimonio
a ellos y a los gentiles. Y cuando os entregaren, no os preocupéis de cómo o
qué habéis de hablar; que no seréis vosotros los que hablaréis, sino el
Espíritu de vuestro Padre quien hablará por vosotros.
Entregará el hermano al
hermano a la muerte, y el padre al hijo y se alzarán los hijos contra los
padres y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos a causa de mi Nombre;
mas el que permanezca firme hasta el fin, este será salvo. Y cuando os persigan
en esta ciudad, huid a la otra; porque de verdad os digo, no acabaréis con las
ciudades de Israel hasta que venga el Hijo del hombre.
No es un discípulo más que
el maestro ni un esclavo más que su amo; bastante es para el discípulo ser como
su maestro, y para el esclavo ser como su amo. Si al Señor de casa llamaron
Bel-zebú, ¿cuánto más a los de su casa? Así que no les cobréis miedo, pues no
hay nada encubierto que no se descubra ni nada escondido que no se dé a
conocer. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz del día, y lo que
escucháis al oído, pregonadlo desde las azoteas.
Y no temáis a los que matan
el cuerpo, pero el alma no la pueden matar; antes temed al que puede arruinar
alma y cuerpo en la gehena. ¿No se venden acaso dos gorriones por un sueldo? Y
ninguno de ellos caerá en tierra sin disposición de vuestro Padre. Y de
vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis,
pues; más que muchos gorriones valéis vosotros.
Todo aquel, pues, que se
declare por mí ante los hombres, también Yo me declararé por él ante mi Padre,
que está en los cielos; mas quien me niegue a mí ante los hombres, también Yo
le negaré a él ante mi Padre, que está en los cielos.
No imaginéis que vine a
poner paz sobre la tierra; no vine a poner paz, sino espada. Porque vine a
separar al hombre contra su padre, y a la hija contra su madre, y a la nuera
contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. Quien ama al
padre o a la madre más que a mí; y quien ama al hijo o a la hija más que a mí,
no es digno de mí; y quien no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de
mí.
Quien halla su vida la
perderá; y quien pierde su vida por mi causa, la hallará. Quien os recibe a
vosotros, a mí me recibe; y quien me recibe a mí, recibe al que me envió. Quien
recibe a un profeta a título de profeta, obtendrá recompensa de profeta; y
quien recibe a un justo a título de justo, obtendrá recompensa de justo. Y
quien diere de beber un vaso tan sólo de agua fría a uno de estos pequeñuelos a
título de discípulos, en verdad os digo que no se perderá su recompensa”.
Cuando acabé de dar estas instrucciones a mis
Doce, pasé de allí a otra parte para enseñar y predicar por aquellas ciudades.
Y mis Apóstoles, saliendo, recorrían aldea por aldea, evangelizando y
exhortando a que hicieran penitencia; y lanzaban muchos demonios, y ungían con
óleo a muchos enfermos y los curaban.
COMENTARIO
Hoy, como ayer, comprometerse con Jesucristo,
su palabra y su Iglesia, lleva aparejado la adversidad, la incomprensión y en
muchos casos el odio de tus semejantes, incluso de los más cercanos. Así como
suena. Sin embargo, para el que ama, el Amor no tiene precio. La palabra "cruz" aparecerá 17 veces en
los Evangelios.
[1]
Hoy, más que
nunca, se hace necesario pedir al Señor de la mies que mande buenos obreros a
su mies. Dios es el Dueño del hombre y no lo salvará sino con otro hombre. Dios
se dará a conocer solo por la palabra del hombre, por sus obras y gestos. Dios
hace obreros de la misma mies para la mies.
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