[Sigue el curso cronológico del Evangelio
unificado, en este caso, con solo los textos de san Mateo y san Marcos. Leemos]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Una vez despedida la turba, subí a la barca
con mis discípulos y vinimos a la región de Dalmanuta y Magadán. Y saliendo los
fariseos y saduceos comenzaron a discutir conmigo, demandándome alguna señal
procedente del cielo, con ánimo de tentarme. Les dije:
-Al caer la tarde decís:
“Habrá buen tiempo, porque
el cielo se arrebola con aspecto sombrío”.
El semblante del cielo
sabéis discernir, ¿y las señales de los tiempos no podéis?”
Gimiendo en mi Espíritu, dije:
—“¿Para qué esta generación
demanda una señal? En verdad os digo, una generación perversa y adúltera
reclama una señal, y señal no se le dará sino la señal de Jonás”.
Dejándoles, embarcando de nuevo, me fui a la
ribera opuesta. Mis discípulos se habían olvidado de tomar panes y solo tenían
un pan en la barca. Yo les prevenía diciendo:
—“Tened ojo y guardaos de
la levadura de los fariseos y saduceos y de la levadura de Herodes”.
Ellos entre sí discurrían:
—“Que no hemos tomado panes…”
Advirtiéndolo les dije:
—“¿A qué viene el discurrir
entre vosotros, menguados de fe, sobre que no tenéis panes? ¿Todavía no
reflexionáis ni entendéis? ¿Tenéis encallecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos,
no veis, y teniendo oídos, no oís? ¿No recordáis, cuando partí los cinco panes
entre los cinco mil, cuántos canastos llenos de pedazos recogisteis?”
Dijeron:
—“Doce”.
—“Y cuando los siete entre
los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de pedazos recogisteis?”
Dicen:
—“Siete”.
—“¿Cómo no caéis en la
cuenta de que no os hablé de panes? Guardaos de la levadura de los fariseos y
saduceos”.
Comprendieron entonces que habían de
guardarse de la doctrina de los fariseos y saduceos.[1]
COMENTARIO
Invito, a quien está leyendo, que abra sus
Evangelios por este pasaje y vea cómo san Marcos nos muestra el estado de ánimo
que debió de asistir a Jesús cuando ha de contestar a unos fariseos que le
demandan una señal y a unos discípulos mezquinos y sin Fe. Así es, dice san
Marcos:
Y salieron los fariseos y comenzaron a
discutir con él, demandando de él alguna señal procedente del cielo, con ánimo
de tentarle. Y gimiendo en su Espíritu, dice:
“¿Para qué esta generación
demanda una señal? En verdad os digo, no se dará señal a esta generación”.
Cristo gime, se siente dolido ante la maldad
de sus adversarios. Se entristece al comprobar que su mensaje no es entendido.
Se vuelve a sus discípulos para hallar comprensión y ¿con qué se encuentra?:
Con unos hombres pusilánimes, incapaces de comprender el sentido sobrenatural
de los milagros que han contemplado. Dice, apesadumbrado, Jesús:
"¿No comprendéis
todavía?"
Ya hemos leído muchas páginas. A mí, también,
se me ocurre hacerle esta misma pregunta:
¿No comprende todavía?
[1]
¿A quién se
escogió Jesús como ayudantes? ¡No lo entendían! Solo Dios no puede
desmoralizarse con semejantes discípulos. En cualquier caso, el Corazón de
Cristo tenía motivos para entristecerse. La ramplonería mental de la que
hacemos gala los que nos contemplamos creyentes, cristianos, se pone de
manifiesto cada día, cada hora, cada minuto. Somos imprevisibles, capaces de lo
mejor y de lo peor. Dios espera toda una vida con tal de ganarse a un hijo en
un minuto. Cristo redime al hombre con su vida, su muerte y sus tristezas,
éstas que propiciamos con nuestra mezquindad.
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