TEMA 68 Les anuncio claramente mi muerte. (Mt 16,21-28;
Mc 8,31-38; Lc 9,22-27)
[Cristo tiene asumido que ya se encamina
hacia el final de su vida terrenal. Ya conoce su destino final e incluso de qué
forma ha de morir. Ha consolidado la jerarquía de Simón Pedro y a su vez este ha
tomado conciencia de este privilegio. El pobre pescador de Galilea no imagina
el supremo sacrificio que esta elección le supondrá. Ahora, Simón Barjoná asume
el rango de su nombramiento con una mirada terrena, se siente lugarteniente de
un Mesías libertador del pueblo judío, un Hombre con poder sobrenatural que,
inminentemente, se va a poner en práctica. ¿Que su Maestro va a morir
crucificado…? esto le es imposible entender y además le pone de mal humor. Desde este momento, Jesús comienza a declarar
sin ambages que en breve va a ser Crucificado, va a morir con excruciante
muerte de Cruz. Leemos]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
A partir de este momento comencé a manifestar
a mis discípulos lo siguiente:
—“El Hijo del hombre tiene
que ir a Jerusalén y padecer muchas cosas y ser desechado por los ancianos,
sumos sacerdotes y escribas, y ser entregado a la muerte y al tercer día
resucitar”.[1]
Esto les declaraba abiertamente y tomándome
consigo Pedro, comenzó a reconvenirme, diciendo:
—“¡No lo consienta Dios! Señor, de ningún
modo te acaecerá tal cosa”.
Mas Yo, volviéndome hacia mis discípulos,
increpé a Pedro, diciendo:
—“¡Vete de aquí, quítateme
de delante, Satanás, piedra de escándalo eres para mí, pues tus miras no son
las de Dios, sino las de los hombres!”
Llamé a la gente que viniera a mí y junto con
mis discípulos les dije:
—“Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo y tome a cuestas su cruz de cada día y sígame.[2]
Porque quien quisiere poner a salvo su vida, la perderá; mas quien perdiere su
vida por mí y por el Evangelio, este la salvará. Pues, ¿qué provecho saca el
hombre ganando el mundo entero, pero perdiéndose o perjudicándose a sí mismo?
¿Qué podrá dar un hombre a cambio de recuperar su alma?[3]
Porque quien se avergonzare
de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo
del hombre se avergonzará de él cuando viniere en su gloria y en la de su Padre
y de los santos ángeles. Porque el Hijo del hombre ha de venir: y entonces dará
en pago a cada cual conforme a sus actos.
En verdad os digo que hay
algunos de los que aquí están presentes que no gustarán la muerte sin que antes
vean el Reino de Dios venido en poderío y al Hijo del hombre viniendo en su
realeza”.
COMENTARIO
Acabamos de leer, en un solo texto, lo que
tres diferentes hombres escriben al respecto. Si comparo lo que arriba está
escrito con cada uno de los Sinópticos comprobaré que la lectura concordada me
dice más que lo que lea por separado.
San Mateo y san Marcos dicen que para seguir
a Jesús hay que cargar con la cruz. San Lucas dirá lo mismo, pero especificando
un poco más: “con la cruz de cada día”.
¿Se entiende esto?
San Mateo y san Lucas manifiestan que aquél
que ponga en juego su vida e incluso que la pierda por Jesús, la encontrará, la
salvará. Sin embargo, san Marcos nos dice que aquel que ponga su vida en
riesgo, que la pierda por el Evangelio,
la salvará.
Con diferentes palabras, pero con el mismo
sentido, afirmarán los tres:
“¿De qué le vale al hombre conquistar el
mundo entero si a cambio pierde su alma?”
Por
último, los tres, nos aseguran, rotundamente, que Jesús, el Hijo del hombre,
vendrá, de nuevo, en su gloria, en la gloria de su Padre y con los ángeles del
cielo.
[1]
Cristo revela
palmariamente su destino. Ya lo conoce, lo conoce desde siempre como Dios y en
el misterio de su inteligencia humana desde Niño. Esta reflexión es su
pensamiento dominante, un supremo abandono en la Voluntad de su Padre que
ordenará los acontecimientos para que se cumpla lo que está escrito.
[2]
La cruz de
cada día es inevitable. O la llevas con garbo detrás de Él, negándote a ti
mismo por amor a su Persona, o esta misma cruz, sin Fe, te hunde en
desesperanza.
[3]
Consumes una
vida sin vivirla por conseguir las cosas de este mundo. Cuando ya las crees
tener no queda tiempo para disfrutarlas, además tu alma está embotada y en
riesgo de perderse para siempre. ¿Qué vale lo que has ganado? Los restos de
cuatro seres queridos, al cabo de pocos años, los he visto ocupar solamente una
capacita en la esquina de una fosa del cementerio.
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