TEMA 91 SOLO TEXTO

TEMA 91   Soy invitado a comer en casa de un fariseo. Reprendo a los fariseos y escribas. (Lc 11,37-54; Lc 12,1-12)

[San Lucas, con 17 versículos y 656 palabras, con un casi 3% de todo su Evangelio pretende darnos a conocer la situación de Jesús con sus adversarios, los fariseos y escribas. Algunas palabras sueltas de este tramo también las hemos visto en san Mateo, pero metidas en el contexto de estos versículos no impiden entender que lo que ahora se lee solo lo escribió san Lucas.]
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Estaba todavía hablando, cuando un fariseo me invitó a comer en su casa. Habiendo entrado me puse a la mesa. Mas el fariseo, viéndolo, se extrañó de que antes de la comida hubiese omitido las abluciones.
Le dije:
 —“Ahora, vosotros, fariseos, limpiáis lo exterior de la copa y del plato; mas vuestro interior está lleno de rapiña y perversidad. Insensatos, quien hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Pero sí, de lo que hay dad limosna, y sin más, todo queda limpio para vosotros. Mas ¡ay de vosotros, fariseos que dais el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios! Esto es lo que convenía hacer, y aquello no omitirlo. ¡Ay de vosotros, fariseos, que ambicionáis el primer puesto en las sinagogas y las salutaciones en las plazas! ¡Ay de vosotros, porque sois como los sepulcros disimulados, y los hombres pasan por encima sin saberlo!”
Y uno de los legistas que allí estaba, me dijo:
—“Maestro, diciendo eso también a nosotros nos ultrajas”.
Le dije:
—“¡Ay también de vosotros los legistas, que abrumáis a los hombres con cargas insoportables, y vosotros ni con uno de vuestros dedos tocáis las cargas! ¡Ay de vosotros! que edificáis los sepulcros de los profetas, y fueron vuestros padres los que los mataron. Conque testigos sois y aprobáis las obras de vuestros padres, porque ellos los mataron, y vosotros levantáis los edificios. Por eso mismo dijo la Sabiduría de Dios:
 “Enviaré a ellos profetas y apóstoles, y de ellos matarán y perseguirán, para que la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo sea demandada a esta generación: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar de los holocaustos y el santuario”.
 Si, os lo digo, será demandada a esta generación. ¡Ay de vosotros los legistas, porque os alzasteis con la llave de la ciencia!; vosotros no entrasteis, y a los que entraban se lo estorbasteis”.
Desde entonces, como Yo hubiera salido, comenzaron los escribas y fariseos a urgirme implacablemente y tirarme de la lengua sobre muchos puntos, tendiéndome lazos para coger algo de mis labios.
En esto, como se hubiesen aglomerado millares y más millares de gente, hasta el punto de pisotearse unos a otros, comencé a decir:
—“Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no se descubra ni nada oculto que no se conozca. Por lo cual, cuanto dijisteis en la oscuridad será oído en la luz, y lo que hablasteis al oído en las recámaras, se pregonará desde lo alto de los terrados. Y a vosotros, mis amigos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo y tras eso no tienen poder para más.
Os voy a mostrar a quién tenéis que temer: temer a Aquel que después de matar tiene poder para lanzar a los infiernos. Si, os digo, temed a Este. ¿Por ventura no se venden cinco gorriones por dos cuartos? Y ni uno solo de ellos está olvidado en el acatamiento de Dios. Pero también los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis: valéis más que muchos gorriones. Os digo, además: todo aquel que se declare por mí delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él delante de los ángeles de Dios.
Y todo el que hablare contra el Hijo del hombre, se le perdonará: más el que blasfemare contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. Cuando os conduzcan a las sinagogas y ante los magistrados y autoridades, no os preocupéis cómo o con qué razones os defenderéis o qué diréis; porque el Espíritu Santo os enseñará en aquella hora lo que hay que decir”.
COMENTARIO
El Infierno no es una imaginación de la mente humana. El Infierno es una realidad tenebrosa que alberga eternamente a Satanás y a sus hijos. Si el hombre se pone, voluntariamente, al alcance de Lucifer corre un riesgo estremecedor de perder su alma. El Infierno, para un ser racional creado, es sobre todo un estado de infinita y eterna desesperanza experimentada en un lugar que no ocupa espacio, en un lugar sin distancia porque el Infierno está dentro del mismo condenado.
Es un misterio de la libertad del hombre que es capaz de, voluntariamente, con plenitud de conciencia, rebelarse contra el mismo Dios que le ha creado, es la “cuerda locura” que odia y quiere odiar para siempre a todo aquello que huela a divinidad. No puede haber Misericordia divina para aquel que no sólo la rechaza para sí mismo y para los demás, sino que con perversa radicalidad la odia con toda su alma y además procura con toda su maldita inteligencia que no se ejerza sobre el prójimo.
El hombre nunca será dañado por el Demonio si el hombre lo respeta guardando la mayor distancia posible de su radio de acción. Este instinto de conservación nace con el hombre y es como la voz de su conciencia que le alertará en el transcurso de su vida terrena tantas veces como Satanás lo intente. El abandono supremo en las manos de nuestro Padre Dios nos hace impenetrables a las acciones del Demonio. Cada hombre, por sí mismo, ha costado toda la sangre de Cristo y esto es de incalculable valor para el Padre que tiene contados hasta nuestros cabellos. ¿Qué puede hacer Satanás y su Averno contra un hijo de Dios?  

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