[Estamos llegando al final de tercer año de
vida pública de Jesús. Los exegetas, saben esto, fundamentalmente, por el
Evangelio de san Juan. También, estos mismos entendidos en las Escrituras,
sitúan, lo que vamos a leer, en este periodo. Es san Lucas quien describe estas
escenas y palabras de Cristo que no veremos en los demás evangelistas. Leemos]:
TEXTO
CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Y aconteció que, habiendo sido invitado a
comer en día de sábado por uno de los jefes de los fariseos, siendo observado
por ellos, se presentó un hombre hidrópico que se puso delante de mí. Tomando
la palabra, les dije a los legistas y fariseos:
—“¿Es permitido en sábado
curar o no?”
Ellos se callaron. Entonces tomé de la mano
al hombre y le sané. Y les dije a ellos:
—“¿A quién de vosotros se
le cae en un pozo el asno o el buey y no lo saca inmediatamente en el día de
sábado?”
No sabían qué replicar a esto. Habiendo
reparado cómo los convidados se escogían los primeros asientos, les propuse una
parábola diciéndoles:
—“Cuando
fueres por alguno invitado a bodas, no te recuestes en el primer asiento, no
sea caso que haya sido invitado por él uno de más consideración que tú, y venga
el que a ti y a él convidó y te diga:
“Cede
el lugar a éste”.
Y
comiences entonces con gran confusión a ir bajando hasta ocupar el último
lugar. Si no que, cuando fueres invitado, ve y recuéstate en el último lugar,
para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo,
sube más arriba”.
Entonces
te verás honrado a los ojos de todos los comensales. Porque todo el que se
ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.
Dije también al que me había convidado:
—“Cuando des una comida o
una cena, no llames a tus amigos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos,
no sea que ellos también a su vez te inviten y con esto quedes pagado. Sino
que, cuando hagas un convite, llama a los pobres, mancos, cojos, ciegos, y será
dichoso, porque no tienen con qué recompensarte, pues se te dará la recompensa
en la resurrección de los justos”.
Como hubiese oído esto uno de los comensales,
me dijo:
—“Dichoso el que participará del convite en
el Reino de Dios”.
Yo le dije:
—“Un
hombre hizo una gran cena y convidó a muchos. A la hora de la cena mandó su
criado que dijese a los convidados:
“Venid,
que ya está todo a punto”.
Y
comenzaron todos por igual a excusarse.
El
primero le dijo:
“He
comprado un campo y necesito ir a verlo: te ruego me tengas por excusado”.
Otro
dijo:
“He
comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me des por
excusado”.
Y otro
dijo:
“He
tomado mujer, y por esto no puedo ir”.
Venido
el criado, enteró de esto a su señor. Entonces, enojado el amo de casa, dijo a
su criado:
“Sal
presto a las plazas y calles de la ciudad, y a los pobres y mancos y ciegos y
cojos hazlos entrar acá”.
Dijo
el criado:
“Señor,
se ha hecho lo que ordenaste, y todavía queda sitio”.
Dijo
el amo al criado:
“Sal a
los caminos y vallados y obliga a la gente a entrar, para que se llene mi casa.
Porque os digo que ninguno de aquellos que habían sido convidados ha de probar
mi cena”.
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