TEMA 96 SOLO TEXTO

TEMA 96   El hombre hidrópico. Recomendaciones de humildad y caridad. La gran Cena. (Lc 14,1-24)
[Estamos llegando al final de tercer año de vida pública de Jesús. Los exegetas, saben esto, fundamentalmente, por el Evangelio de san Juan. También, estos mismos entendidos en las Escrituras, sitúan, lo que vamos a leer, en este periodo. Es san Lucas quien describe estas escenas y palabras de Cristo que no veremos en los demás evangelistas. Leemos]:
TEXTO CONCORDADO Y AUTOBIOGRÁFICO
Y aconteció que, habiendo sido invitado a comer en día de sábado por uno de los jefes de los fariseos, siendo observado por ellos, se presentó un hombre hidrópico que se puso delante de mí. Tomando la palabra, les dije a los legistas y fariseos:
—“¿Es permitido en sábado curar o no?”
Ellos se callaron. Entonces tomé de la mano al hombre y le sané. Y les dije a ellos:
—“¿A quién de vosotros se le cae en un pozo el asno o el buey y no lo saca inmediatamente en el día de sábado?”
No sabían qué replicar a esto. Habiendo reparado cómo los convidados se escogían los primeros asientos, les propuse una parábola diciéndoles:
—“Cuando fueres por alguno invitado a bodas, no te recuestes en el primer asiento, no sea caso que haya sido invitado por él uno de más consideración que tú, y venga el que a ti y a él convidó y te diga:
“Cede el lugar a éste”.
Y comiences entonces con gran confusión a ir bajando hasta ocupar el último lugar. Si no que, cuando fueres invitado, ve y recuéstate en el último lugar, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”.
Entonces te verás honrado a los ojos de todos los comensales. Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.
Dije también al que me había convidado:
—“Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos también a su vez te inviten y con esto quedes pagado. Sino que, cuando hagas un convite, llama a los pobres, mancos, cojos, ciegos, y será dichoso, porque no tienen con qué recompensarte, pues se te dará la recompensa en la resurrección de los justos”.
Como hubiese oído esto uno de los comensales, me dijo:
—“Dichoso el que participará del convite en el Reino de Dios”.
Yo le dije:
—“Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos. A la hora de la cena mandó su criado que dijese a los convidados:
“Venid, que ya está todo a punto”.
Y comenzaron todos por igual a excusarse.
El primero le dijo:
“He comprado un campo y necesito ir a verlo: te ruego me tengas por excusado”.
Otro dijo:
“He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me des por excusado”.
Y otro dijo:
“He tomado mujer, y por esto no puedo ir”.
Venido el criado, enteró de esto a su señor. Entonces, enojado el amo de casa, dijo a su criado:
“Sal presto a las plazas y calles de la ciudad, y a los pobres y mancos y ciegos y cojos hazlos entrar acá”.
Dijo el criado:
“Señor, se ha hecho lo que ordenaste, y todavía queda sitio”.
Dijo el amo al criado:
“Sal a los caminos y vallados y obliga a la gente a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos que habían sido convidados ha de probar mi cena”.

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